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La Tierra vive la sexta extinción en masa por culpa de la caza incontrolada y la destrucción de ecosistemas

En el mismo plan apocalíptico de Stephen Hawking, un grupo de científicos alerta de que el planeta Tierra está viviendo la sexta extinción en masa a consecuencia de la torpeza del ser humano, cazador y destructor de ecosistemas.
Según el estudio publicado en la revista Science, ocurre un rosario de desgracias: el declive de los grandes depredadores es mayor de lo que se pensaba, los ecosistemas se deterioran, han aumentado las especies invasoras, los incendios forestales, la polución y las enfermedades infecciosas.

El estudio ha sido realizado por científicos de 22 instituciones de seis países, y a tenor de sus conclusiones uno tiene ganas de ir a pedir cuentas a ese especimen llamado humano que echa a perder todo lo que toca.

Por ejemplo, los depredadores serían unas de sus principales víctimas.
Lobos, tiburones o grandes felinos como leones, tigres o leopardos están al borde de la extinción por la caza, arrinconados en hábitats cada vez más deteriorados, también por culpa del hombre.
Como un puzzle con las piezas revueltas o cambiadas de lugar, el mundo sufre ahora el mayor impacto en los ecosistemas a lo largo de la historia.

Esto es, somos algo parecido a un pez que se muerde la cola: el gran declive de estos animales por la caza desmedida provoca transformaciones en los ecosistemas -especies invasoras mediante-, y también al contrario, la destrucción humana de los ecosistemas amenaza la supervivencia de las especies.
Resultado: alarmante situación que representa el golpe más fuerte sufrido nunca por el planeta.
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras analizar la situación de distintos ecosistemas del mundo, tanto terrestres como acuáticos, concluyendo que la merma dedepredadores en todo el mundo es mucho mayor de lo que creíamos.
Y, lo que es peor, señalan que su declive provoca un desorden en la naturaleza que acaba perjudicando a otras especies vegetales y animales.
Por supuesto, el ser humano no sólo provoca este desaguisado, también acabará padeciéndolo.
La factura no perdonará a los terrícolas, y en los próximos años sufriremos más enfermedades infecciosas, contaminación, inseguridad alimentaria e incendios forestales.
¿Solución? Detener el proceso protegiendo a estas especies con máxima, extrema urgencia.
Porque, como recuerda James Estes, director del estudio y profesor de la Universidad de California, “hubo una época en la que los grandes depredadores estaban presentes en todos los rincones de la Tierra.
Fueron ellos los que modelaron las estructuras y las dinámicas de los ecosistemas”.
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