Los amish más ortodoxos se mueven en coches de caballos, no están conectados a las redes eléctricas, no consumen productos manufacturados y lo que sí consumen, lo hacen con total frugalidad.
¿Son los ciudadanos ecológicos por excelencia? El gobierno federal de Estados Unidos no lo cree así.
Considera que sus prácticas agrícolas, aunque a pequeña escala y tirada por mulas, son destructivas para el medio ambiente.
De acuerdo con The New York Times, el estiércol que generan sus vacas llega por la escorrentía hasta los arroyos y las corrientes que desembocan en la bahía de Chesapeake, el mayor estuario del país que desemboca en el océano Atlántico a la altura de los estados de Virginia y Maryland.
El condado en el que viven los Amish, Lancaster, no es el único que arroja contaminantes a las vías fluviales, pero sí es el que más lo hace.
La Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos sostiene que en 2007, el condado generó más de 27 mil toneladas de estiércol al año.
La Agencia tiene el reto de hacer que un grupo tan cerrado, aislado en pequeñas comunidades renuentes a si quiera tener contacto con el exterior, adopte nuevas prácticas menos contaminantes, como colocar vayas para mantener al ganado lejos de los ríos, amortiguadores que reducen la escorrentía y fosas de estiércol para mantenerlo almacenado de forma seguraLa Amish, grupo anabaptista fundado en Suiza por Jakob Ammann en 1693, es una comunidad ecológicamente consciente por designio divino.
La vida comedida y alejada de las comodidades mundanas es, según ellos, un deber cristiano.
Llegaron a Estados Unidos, sobre todo al norte de la costa Este, en el siglo XVIII, y han mantenido comunidades cerradas conservando sus costumbres.
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