Así es ISIS-K, el grupo yihadista que se atribuyó el atentado en la sala de conciertos Crocus City Hall de Moscú y que cobró la vida de al menos 137 personas
El Estado Islámico del Jorasán, también llamado Daesh del Jorasán o ISIS-K, debe su nombre a una región histórica que abarcaba partes de lo que hoy son Irán, Turkmenistán y Afganistán.
Este grupo se desprendió del ISIS principal y ha tomado una postura aún más radical.
ISIS-K es conocido por su brutalidad y por llevar a cabo ataques contra civiles, fuerzas de seguridad, gobiernos e incluso otros grupos insurgentes.
Ha sido responsable de numerosos atentados terroristas, incluyendo ataques suicidas, asaltos armados y atentados con bombas en Afganistán y Pakistán, dirigidos contra diversas comunidades, incluidas minorías religiosas y musulmanes chiitas.
Emergió en 2014 en Afganistán, con el objetivo de establecer un califato en la región.
El general estadounidense Michael Kurilla ha advertido sobre la creciente capacidad del grupo para realizar «operaciones externas», lo que ha quedado demostrado con el reciente atentado en Moscú.
La filosofía del grupo está enraizada en una interpretación extremista del islam suní.
Ha sido implacable en su enfoque de takfirismo; mediante el cual declara apóstatas o herejes a otros musulmanes, especialmente a los chiíes.
El grupo ha sido el responsable de ataques devastadores; incluida la masacre en el aeropuerto de Kabul y ataques contra minorías étnicas y religiosas.
Su influencia se ha sentido en toda la región, con atentados que se extienden desde Afganistán hasta Irán, y ahora, de manera drástica, en Rusia.
El ataque en Moscú no es un hecho aislado; el Estado Islámico del Jorasán ha criticado reiteradamente a Rusia y a su presidente, Vladímir Putin, en su propaganda.
El enemigo histórico de la yihad, Rusia ha estado en el punto de mira del grupo debido a su papel en la derrota del ISIS en Siria y su larga historia de conflictos en regiones mayoritariamente musulmanas.
La radicalización y el reclutamiento en territorios de mayoría musulmana bajo control ruso, combinados con la ausencia de medidas preventivas efectivas contra la radicalización, han creado un caldo de cultivo para el terrorismo.
Las acciones rusas en Chechenia y Siria, y su política interna, han generado un ciclo de violencia y venganza que parece lejos de terminar.
El atentado en Moscú no solo subraya la amenaza global del terrorismo; sino que también resalta la urgente necesidad de estrategias internacionales más efectivas para combatir la radicalización y el extremismo.
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