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El hundimiento de un buque carguero británico por parte de los rebeldes hutíes en el Mar Rojo amenaza con desencadenar un desastre ecológico de magnitudes alarmantes.
El buque, que transportaba 21.000 toneladas métricas de sulfato de amonio; pone en grave riesgo la salud del ecosistema marino debido a la toxicidad de la carga.
El técnico ambiental Dani Algor ha expresado su profunda preocupación ante la situación:
«Estamos ante una catástrofe medioambiental sin precedentes. El sulfato de amonio, al entrar en contacto con el agua, puede causar la muerte masiva de la vida marina al favorecer la proliferación descontrolada de algas y otros microorganismos, agotando el oxígeno disponible».
Además del impacto directo del sulfato de amonio, Algor señala otro peligro: el combustible del barco, de baja calidad y alto contenido en azufre.
Este compuesto, de ser liberado en el agua, aceleraría la desaparición del ecosistema marino, agravando aún más la crisis.
Las autoridades y expertos parecen haber llegado a un sombrío consenso: la batalla contra la contaminación ya no se puede ganar.
«La situación ha alcanzado un punto de no retorno», explica Algor.
Las universidades de la región ahora se enfocan en monitorear la extensión y evolución de la contaminación; pero las opciones para mitigar el daño son muy limitadas.
El hundimiento del buque no solo representa una amenaza ambiental, sino que también presagia severas consecuencias económicas, especialmente para la industria pesquera regional.
Especies comerciales importantes, como el atún y la caballa, podrían verse drásticamente afectadas, poniendo en riesgo los medios de vida de miles de personas que dependen de estas aguas para su sustento.
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