Estalla una nueva crisis de incertidumbre e indignación en Senegal, África, que se traduce en violencia y protestas en Dakar; tras el aplazamiento de las elecciones presidenciales.
El aplazamiento indefinido de las elecciones presidenciales en Senegal previstas para el 25 de febrero, por parte de su presidente, Macky Sall; citando preocupaciones sobre la elegibilidad de algunos candidatos, genera una ola de rechazo y violencia en las calles.
Esta decisión ha desencadenado una ola de violencia y protestas en las calles de Dakar, exacerbando las tensiones en una región ya de por sí convulsa.
La capital de Senegal, Dakar, se ha visto envuelta en disturbios desde el anuncio del presidente Sall.
Manifestantes han erigido barricadas y se han enfrentado con la policía.
La situación se ha agravado con la restricción de servicios móviles e Internet, una medida que el Gobierno justifica por la propagación de mensajes de odio, pero que ha limitado severamente la comunicación dentro del país.
La decisión de posponer las elecciones ha sido calificada por miembros de la oposición como un «golpe de Estado» encubierto; acusando al presidente Sall de intentar prolongar su mandato más allá de los límites constitucionales.
A pesar de las promesas previas del presidente de no buscar un tercer mandato, esta medida ha suscitado sospechas y desconfianza en sectores de la población y la oposición política.
Ante el creciente conflicto, la Unión Africana ha hecho un llamamiento al gobierno senegalés para que lleve a cabo las elecciones «lo antes posible».
Ha llamado a todas las partes a buscar soluciones a través del «diálogo civilizado».
Este llamado busca apaciguar las tensiones y evitar que la crisis desemboque en un conflicto mayor que podría afectar la estabilidad de toda la región de África Occidental.
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