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Después de que se anunciara la noticia sobre un submarino turístico desaparecido cuando visitaba los restos del Titanic, con cinco pasajeros a bordo, muchos se preguntan quién es Stockton Rush. Uno de los pasajeros a bordo.
Stockton Rush es el director ejecutivo y fundador (2009) de OceanGate Inc , la empresa cuya embarcación submarina de turismo se perdió durante una misión para investigar los restos del Titanic.
Entre los miembros de su familia se encuentra su esposa, Wendy Rush, que se desempeña como Directora de Comunicaciones de OceanGate y encabeza el equipo de expedición.
Estudió en las prestigiosas universidades de Princeton y Berkeley.
OceanGate, fundada por Rush hace 13 años, cobra 250.000 euros por cada viaje a bordo de su submarino para explorar los restos del trasatlántico hundido.
Rush supervisa las estrategias financieras y de ingeniería de la empresa. Planea estrategias para desarrollar submarinos capaces de llegar a profundidades de hasta 6.000 metros.
OceanGate se autodenomina «el proveedor líder de sumergibles tripulados para chárter e investigación científica».
Rush “es cofundador y miembro de la Junta de Síndicos de la Fundación OceanGate, una organización sin animo de lucro que tiene como objetivo catalizar la tecnología marina emergente para nuevos descubrimientos en ciencias marinas, historia y arqueología”.
En 1981, a los 19 años, Rush hizo historia al convertirse en el piloto más joven del mundo en recibir una calificación de transporte a reacción.
Este notable logro lo obtuvo en el prestigioso United Airlines Jet Training Institute, donde consiguió su título de Capitán.
En 1989, Rush construyó personalmente un avión experimental, el Glasair III, que aún posee y pilota.
También construyó un submarino para dos personas, el Kittredge K-350, en el que ha realizado más de 30 inmersiones.
Tras años dedicado a la aviación militar y a programas de misiles antisatélites, Rush comenzó a interesarse por el mundo submarino.
Durante los últimos 20 años, ha supervisado el desarrollo de múltiples empresas exitosas de propiedad intelectual.
En la última década, se ha dedicado casi exclusivamente a su gran proyecto profesional, OceanGate, que organiza viajes para explorar los restos del Titanic.
Un equilibrio entre investigación y turismo de lujo que ahora podría costarle la vida. Su desaparición supondría una pérdida inestimable para la comunidad científica y de ingeniería submarina.
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