Miles de simpatizantes de Bolsonaro llevan a cabo un asalto a las sedes del Congreso, la Presidencia y el Supremo en Brasil.
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Miles de radicales de Bolsonaro invaden en asalto las sedes del Congreso en Brasil. Tras la intervención policial, los asaltantes están abandonando las sedes ocupadas. El Partido Liberal de Bolsonaro ha condenado los hechos.
Asalto a las sedes del Congreso en Brasil
Han asaltado en la tarde de este domingo 8 de enero el Congreso brasileño tras romper las barreras policiales. Lo han hecho mostrar su rechazo al recién nombrado presidente del país. El número de detenidos no para de aumentar.
Hay, por el momento, al menos 400. La policía ha tenido que emplear una flota de autobuses para poder llevarse a todos los simpatizantes del expresidente que han participado en los disturbios. Sin embargo, muchos de ellos tachaban de «injusto» su arresto defendiendo que «solamente estábamos protestando, queremos salvar el país». Rechazan aceptar la victoria del nuevo presidente de su país, Lula da Silva.
El organismo judicial ha justificado esta intervención
Lula da Silva asumía la presidencia de Brasil hace poco. Ahora ha interrumpido su viaje en Araraquara, en São Paulo, para anunciar la intervención federal y condenar la acción de los miles de radicales. Es una decisión avalada por el Tribunal Supremo del país. El organismo judicial ha justificado esta intervención, obviando así las competencias del gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha. El área que recorre el Congreso había sido acordonada por las autoridades tras la llegada de varios autobuses con simpatizantes. Al llegar, han conseguido romper los cordones de seguridad y varios de ellos han logrado acceder hasta el techo del edificio. También han entrado en el Tribunal Supremo y en el edificio presidencial, más conocido como el Palacio de Planalto.
En el centro administrativo de Brasil
Esto ha generado la condena del mandatario brasileño. Este ha asegurado que los asaltantes, a los que ha tildado de «fascistas», serán castigados «de manera ejemplar». Los manifestantes estaban frente al Cuartel General del Ejército, en el centro administrativo de Brasil. All han marchado hasta la Explanada de los Ministerios. En los tres edificios se han roto ventanas y han causado daños en el interior de las sedes. Esto ha obligado a la Policía Antidisturbios a entrar en acción y comenzar a lanzar gases lacrimógenos con el objetivo de disuadirles.