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Un hombre pasa más de 35 años con el error de un diagnóstico de cáncer terminal. El joven tenía 15 años cuando le dijeron que supuestamente tenía un tumor maligno.
Jeff Henigson tenía 15 años cuando la vida cambió. Había conocido sólo tres pacientes que habían “sobrevivido mucho más allá de la sombría esperanza de vida del diagnóstico; tras investigar, en dos de ellos el diagnóstico fue erróneo“.
«Terminó su correo electrónico, cuyo idioma me pareció algo raro, con una invitación a charlar por teléfono. Le respondí que pronto me pondría en contacto. Esa semana, antes de llamar a Schwarz, tuve un ataque. Los míos los clasifican como ataques parciales simples, lo que significa que durante unos segundos pierdo la capacidad de formar palabras o comprender el habla. Mi capacidad para crear nuevos recuerdos también se ve temporalmente interrumpida, por lo que es un mal momento para tratar de tener una conversación significativa. Me contuve para hacer la llamada.».
«Hablamos la semana siguiente. Con acento de Europa del Este. Después de la demora, no esperaba que se produjera esta llamada. Me sentí obligado a acercarme porque es tan inusual que hayas sobrevivido al astrocitoma anaplásico. Había visto a decenas de neurólogos a lo largo de los años en algunas de las mejores instituciones médicas de ambas costas de Estados Unidos. Todos habían dicho esencialmente lo mismo. La esperanza de vida media de un tumor cerebral como el mío era de dos a tres años».
«Mire, le voy a contar una historia», le dijo este médico. «Me habló de un caso resuelto antes del juicio en el que fue contratado como testigo experto en nombre de una demandante, argumentando que los médicos habían diagnosticado erróneamente a su hermano. El hombre, un profesor de informática en Boston, tuvo una convulsión que lo llevó al descubrimiento de un tumor. El tratamiento dañó permanentemente su cerebro, pero estaba vivo cuatro años después, lo que llevó a una revisión del diagnóstico original. “Comparto esta historia porque su supervivencia de astrocitoma anaplásico es tan inusual, tan poco común, que el diagnóstico en sí mismo pide ser revisado”. «¿Habré estado mal diagnosticado?».
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