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Horror y barbarie en la ciudad de Mariúpol, al sureste de Ucrania. Fosas comunes, hambrunas, civiles muertos y rehenes de una barbarie que no cesa.
La ciudad de Mariúpol, al sureste de Ucrania, tiene -o tenía- unos 500.000 habitantes.
Ha sido una de las urbes más importantes durante el desarrollo del país en los años noventa. Actualmente está sufriendo los ataques y el asedio de las tropas rusas desde que empezaron la invasión del país el pasado 24 de febrero.
Los bombardeos aéreos iniciados el miércoles 9 de marzo por el Ejército ruso han durado hasta estas últimas horas en el centro de la ciudad. Allí ya han provocado varias muertes. Este nuevo ataque tiene lugar después del que afectó a un hospital infantil que acabó con la vida de tres personas, dos de ellas menores.
El vicealcalde de Mariúpol, Piotr Andriúschenko, explica que desde el comienzo de la invasión de Rusia hace dos semanas han muerto un total de 1.300 civiles. Además, el corredor humanitario establecido entre Ucrania y Rusia para evacuar a la población de la ciudad está totalmente bloqueado. Mientras tanto, los familiares acumulan a sus muertos en fosas comunes. La escasez de alimentos está generando un auténtico desgarro emocional en una población abatida. Comunican centenares de muertos en los últimos días como consecuencia de los ataques de las tropas de Vladimir Putin.
«Es la prueba final del genocidio». Así lo explicaba el presidente ucraniano este jueves 10 de marzo tras el bombardeo de un hospital materno infantil en Mariúpol. «¿Qué clase de país es este? Rusia, que tiene miedo de hospitales, tiene miedo de los hospitales de maternidad y los destruye? Bombardear el hospital de maternidad es la prueba final, la prueba de que se está produciendo un genocidio de ucranianos. ¡Europeos! No pueden decir que no vieron lo que les sucedió a los ucranianos en Mariúpol». Así de abatido mostró Zelenski su postura en la guerra.
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