Un grupo de cinco jóvenes encontraron a un bebé abandonado en una caja de huevos en Siberia. Fue al encender las linternas de sus móviles, cuando descubrieron a la pequeña junto a una manta y un biberón.
El grupo de adolescentes iba paseando por una carretera en las afueras de la ciudad siberiana de Novosibirsk , situada en Rusia. Allí hallaron a un bebé al que sus padres habían dejado sufriendo las inclemencias del tiempo, que en ese momento se situaba en menos 20 grados.
Al verla, una de las adolescentes llamada Renat decidió coger su teléfono y llamar a sus padres para que la llevaran hasta un hospital. Fue entonces cuando la doctora Olga Bugynina se encargó de revisar el estado de la pequeña.
«La examiné, vi que no tenía daños y comencé a frotarle suavemente los brazos y las piernas con las manos. Le pedí a la enfermera que trajera una sábana y una manta limpias y las calentara en el radiador. La enfermera calentó el biberón de leche de la caja. Cuando la niña se calentó, se puso rosada, la envolvimos en todo abrigado y le dimos de comer», afirmaba Bugynina a través de un comunicado oficial.
Por suerte, la bebé estaba completamente sana tal y como informaron desde el centro: «No hemos identificado ninguna patología. La salud de la niña es satisfactoria: come bien, duerme». Además, al observar el estado de cordón umbilical, dedujeron que podría haber nacido en un parto en casa.
Desde entonces, las autoridades rusas han abierto una investigación para tratar de hallar a los padres de la bebé, a los que acusan de intento de homicidio.
La madre de Renat, Anna Litvinova, reconoce que lloró cuando supo que la bebé estaba completamente sana, ahora va a iniciar los trámites junto a su marido para poder adoptarla.
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