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Corea del Norte no quiere que se divulgue por su país el éxito de la serie de Netflix El Juego del Calamar, originaria de su vecino en el sur. Un hombre habría sido condenado a muerte por introducir al país copias de la exitosa producción por streaming, una acción prohibida por las autoridades norcoreanas.
En un artículo de Radio Free Asia, enfrentado a las políticas restrictivas del país comunista, el acusado contrabandeó El juego del calamar desde China y posteriormente vendió copias en pendrives a otros ciudadanos norcoreanos.
La sentencia de muerte se ejecutaría a través de un pelotón de fusilamiento, sin datos fehacientes en cuanto al cumplimiento efectivo de la condena.
Las autoridades del régimen de Kim Jong-un también habrían detenido a siete estudiantes de colegio secundario por comprar y ver El juego del calamar. Los jóvenes fueron atrapados por el Grupo de Vigilancia 109, especializado en atrapar a personas que vean vídeos ilegales.
Quien adquirió el material al contrabandista recibió una sentencia de reclusión perpetua; en tanto que los otros involucrados que vieron la serie tendrían que realizar trabajos forzados durante cinco años. Los maestros y administradores escolares de los alumnos capturados habrían sido despedidos e incluso podrían sufrir la pena del destierro.
El arresto de estos jóvenes sería la primera ocasión en que el estado norcoreano habría aplicado la nueva ley de ‘Eliminación de Pensamientos y Cultura Reaccionaria» en un caso en el que estuviesen implicados menores. La ley, promulgada el año pasado, puede conllevar penas máximas de muerte por ver, guardar o distribuir contenidos mediáticos de países capitalistas.
Corea del Norte es una sociedad que se encuentra bajo un permanente bombardeo de propaganda estatal anticapitalista, limitando el accionar de sus ciudadanos. El endurecimiento de las restricciones fronterizas se justifica por parte de las autoridades norcoreanas para controlar la pandemia del virus COVID-19. Pero como si todo eso fuera poco, también aumentarían los controles en los mercados; allí se buscarían pendrives y memorias SD que podrían contener material audiovisual extranjero.
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