Conocido como "la casa entre rocas" o "el gran castillo", Castel Meur es lo más irónico con su propio nombre, ya que sus dimensiones son pequeñas.
Castel Meur significa «gran castillo», pero en cuanto vea la casa se dará cuenta de que el nombre es irónico. La Bretaña tiene 27.208 kilómetros cuadrados de superficie, pero hasta ahora nadie ha conseguido abarcar todos sus misterios, leyendas, castillos y rincones secretos.
Castel Meur: una casa entre rocas
Uno de esos rincones que parecen sacados de esos cuentos que comienzan con «Érase una vez…» es Castel Meur, también conocido como La Maison du Gouffre o ‘la casa entre las rocas’.
Esta casita está encajada entre dos enormes rocas cerca de Plougrescant, un pequeño pueblo costero situado en Bretaña, en el departamento de Côtes-d’Armor.
Y como todos los lugares mágicos de la región, merece la pena la aventura de descubrirla.
Tras dejar atrás la ciudad medieval de Tréguier, el río Jaudy se convierte en un estuario salpicado de islotes que parecen lentejuelas bordadas en el mar. La orilla izquierda bordea la península de Plougrescant y el terreno se inclina suavemente hacia el Canal de la Mancha, dibujando un cuadro de brezales y bosques que bien podría haber salido del pincel de Gauguin.
A lo largo del camino, casas que parecen casas de muñecas conviven con gigantes de granito, con el inmenso horizonte de fondo y los caprichosos acantilados que perfilan la costa. Decir caprichoso es quedarse corto. Lo que encontramos siguiendo el camino de la costa entre arenas rosas y vegetación salvaje es una fantasía, una sucesión de extravagancias talladas en la roca.
Bretaña vive al ritmo de las mareas, cuyo estado de ánimo determina la ubicación de las casas cerca del agua. Algunas se funden con las formaciones rocosas y otras se adhieren a ellas, como Castel Meur.
Gran castillo
Construida en 1861, esta casita incrustada en el granito da la espalda al mar para protegerse del viento y las olas y su fotografía ya ha dado la vuelta al mundo, haciendo que mucha gente ponga a Plougrescant en el mapa y se acerque a este rincón de cuento.
Hace 150 años no había permisos ni licencias de construcción, por lo que se podía plantar la casa en cualquier sitio, así que el Castel Meur se levantó entre dos rocas dentadas que lo protegen cuando acechan las tormentas. Es una casa de propiedad privada que ha pasado de generación en generación. Actualmente pertenece a la nieta del primer propietario.
Debido al creciente número de turistas que vienen de todo el mundo a visitar Castel Meur y a la falta de cuidado y respeto de algunos de ellos, la emblemática casa ya no puede visitarse.
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