Cuba está sufriendo una crisis económica que, unida a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, han sido claves en las protestas de todo el país.
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Cuba está sufriendo una crisis económica que, unida a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, han sido claves para las protestas que acontecen en todo el país.
Desde el Maleconazo de 1994, no se habían visto en Cuba manifestaciones tan fuertes.
Comenzaron en San Antonio de Los Baños y protestan contra el gobierno y Miguel Díaz-Canel.
Claves de las protestas históricas de Cuba
Las protestas en Cuba comenzaron el domingo 11 de julio por la tarde, cuando los ciudadanos cubanos salieron a manifestarse contra el gobierno y la gestión que está llevando a cabo para hacer frente a la crisis sanitaria y económica del país.
La llegada del coronavirus obligó a Cuba a cerrar sus fronteras. Parecía ir bien, pues el país envió sanitarios a países vecinos para hacer frente al covid, pero no duró. Una cuarta ola de coronavirus se cierne sobre los cubanos que, hartos de la situación, salen a las calles.
Al aislarse del resto del mundo, Cuba perdió su mayor fuente de ingresos a la economía: el turismo. Dicho confinamiento en el país afectó también al azúcar, el producto de exportación cubano más importante.
La crisis sanitaria y económica, claves en las protestas de Cuba
Aunque Cuba afirma haber desarrollado dos vacunas, la situación sanitaria del país es preocupante. Tan solo el día que comenzaron las manifestaciones, el país notificó de 7.000 nuevas infecciones diarias y 47 muertes.
La escasez de productos básicos, alimentos y medicinas, los rutinarios cortes de electricidad en algunas regiones y la generalización de tiendas de pago exclusivo en divisas, son las claves de las protestas que acontecen en Cuba.
Reclutan a jóvenes para hacer frente a los manifestantes
Medios locales informan de que están aumentando reclutamientos anticipado de jóvenes cubanos en edad militar, para obligarlos a participar en la represión de nuevas protestas.
Gran parte de los “voluntarios” son niños y adolescentes que no pueden negarse a entrar en las brigadas vecinales. Si así lo hicieran, podrían ser detenidos de inmediato. El régimen cubano los busca “casa por casa”. Acto seguido, son llevados a un ómnibus para ser trasladarlos fuera de sus ciudades y llevados a otras provincias para no ser reconocidos por los vecinos, para evitar que escapen y ser ayudados por allegados y familiares.
Los reclutamientos para integrar las turbas paramilitares han aumentado el descontento entre las familias habaneras.