Stefano Paterno, un soldado italiano sufrió un paro cardiaco que significó su muerte, un día después de la aplicación de la vacuna AstraZeneca.
Stefano Paterno, un militar italiano sufrió un paro cardiaco que significó su muerte, un día después de la aplicación de la vacuna AstraZeneca.
Stefano Paterno, soldado italiano de 43 años, sufrió de un paro cardiaco luego de recibir una de las vacunas contra la COVID-19.
El soldado había sido destinado a Augusta, su muerte tuvo lugar un día después de la primera dosis de la vacuna AstraZeneca, lo cuál dejó muy preocupada a la comunidad científica. En el momento están investigando si pudo existir alguna correlación con la inoculación de la primera dosis.
La fiscalía de Siracusa, Italia, ha abierto una primera investigación al respecto de éste hecho. En sus primeras conclusiones la fiscalía argumenta que
«No hay relación causa-efecto. Solo podemos detectar una coincidencia cronológica. Tenemos que esperar a los resultados de la autopsia para aclarar la situación».
Stefano Paterno estaba casado y tenía dos hijos con su pareja. Según se lee en varios mensajes de redes sociales que han publicado sus familiares y allegados «era un hombre sano y sin patologías previas«. El temor de que la vacuna haya podido causar algún tipo de efecto adverso en el militar aumenta la preocupación de muchos. En especial aquellos que aún son escépticos a las vacunas de Pfizer, Moderna y AstraZeneca.
Es especialmente grande la preocupación en torno a ésta última. La vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford ha sido recientemente aprobada por la Unión Europea, Estados Unidos y algunos otros países. Es así, la vacuna más joven entre el grupo de vacunas que empiezan a circular por el mundo.
La mayoría de los inoculados no han tenido efectos adversos o secundarios que puedan suponer una alerta. Los expertos han afirmado que la prueba ha pasado todas las medidas de seguridad y que su efectividad es alta respecto a bajar la viralidad del coronavirus. Aún no se encuentra una relación directa entre la muerte repentina de ningún paciente que haya usado la vacuna de AstraZeneca, por lo cuál, se considera una vacuna segura.
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