Este lunes, el presidente iraní, Hasan Rohani, ha recordado al presidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden, que el programa de misiles de Teherán no es negociable. Además, recalca que Biden «lo sabe bien». A expensas de conocerse cual es la postura del próximo presidente frente al pacto nuclear con Irán, Teherán apuesta por la vía de la confrontación ante el relevo en la Casa Blanca el 20 de enero.
Aunque aun no es completamente confirmado, parece que el Gobierno de Biden está dispuesto a regresar al acuerdo nuclear internacional del 2015. De esta forma, podría garantizar conversaciones más amplias sobre el programa nuclear de Irán, sus misiles balísticos y sus actividades regionales.
De hecho, el demócrata condicionó la retirada de las sanciones económicas y el regreso a los parámetros aceptados por el ex presidente Barack Obama a que Teherán «cumpla estrictamente con el acuerdo».
Sin embargo, el ministro de Exteriores iraní, Mohamad Javad Zarif, demostró que no se está tan cerca de una solución, puesto que Teherán no se plantea reformular ningún elemento del acuerdo nuclear con las grandes potencias. Zarif aseguró que, a pesar de las intenciones de Biden, no aceptarán límites sobre su programa de misiles o su apoyo a milicias de la región si Occidente no detiene su «comportamiento malévolo en Oriente Medio».
Recientemente, se aprobó una nueva ley por el Parlamento, que amenaza con entrar en vigencia en caso de que no se relajen las sanciones económicas de Estados Unidos, donde se obligaría al Gobierno iraní a «congelar» las revisiones de sus instalaciones nucleares por los inspectores de la ONU. Además, también estaría obligado a impulsar el enriquecimiento de uranio por encima de los límites fijados en el pacto nuclear de 2015.
Más allá de la ley y las amenazas, la verdadera pregunta es si Teherán logrará mantener su programa nuclear intacto tras un año marcado por tres difíciles y dolorosos golpes: el asesinato del comandante de las Fuerzas, Quds Qassem Soleimani en enero; el sabotaje a la instalación nuclear de Natanz en julio; y la reciente perdida de Fakhrizadeh, que conocía todas las piezas del rompecabezas nuclear.
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