Este martes, 11 de agosto de 2020, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha anunciado que los científicos del Instituto Gamaleya de Moscú han desarrollado la primera vacuna contra el coronavirus. La notificación se ha realizado en una videoconferencia con los miembros del gobierno que ha sido retransmitida por televisión.
Putin ha anunciado que Rusia ya tiene lista la primera vacuna contra el coronavirus. “Esta mañana, por primera vez en el mundo, se ha registrado la primera vacuna contra el coronavirus”. El presidente ha proseguido afirmando que la vacuna “es suficientemente eficaz” y “permite una inmunidad duradera” y “estable”.
El medicamento ya ha sido registrado y probado.
Ha anunciado que su hija ya ha sido vacunada contra la COVID-19 y que pronto la vacuna se empezará a producir masivamente y a ser administrada a la ciudadanía rusa, según ha informado Reuters.
Desde el ámbito internacional se subraya que el rápido desarrollo de la vacuna rusa es bastante sospechoso. El fármaco podría haberse desarrollado con el fin de ensalzar el prestigio nacional de Rusia en la carrera por conseguir una vacuna capaz de frenar la pandemia del coronavirus, dejando de lado la seguridad de las personas.
La Asociación de Organizaciones de Ensayos Clínicos – Association of Clinical Trials Organizations (ACTO)– mandó el pasado lunes, 3 de agosto, una carta al ministro de salud ruso, Mikhail Murashko, en la que resaltaba que la vacuna podría ser peligrosa y que había sido probada en menos de 100 personas.
La directora ejecutiva de la ACTO, Svetlana Zavidova, ha expresado que la vacuna se trata de una “caja de Pandora”. En una llamada telefónica he destacado que el medicamento no ha sido lo suficientemente y que nunca se sabe lo que le puede pasar a aquellas personas a las que se les inyecte un fármaco poco probado. “¿Por qué están todas las corporaciones siguiendo las nomas, pero las rusas no? Las normas para llevar a cabo ensayos clínicos están escritas en sangre. No pueden ser violadas”, ha expresado la directora.
“Las normas para llevar a cabo ensayos clínicos están escritas en sangre. No pueden ser violadas”
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