Xi Jinping, el presidente de China, ordenó impedir y contener el nuevo brote de coronavirus el pasado 7 enero durante una reunión del Politburó, el máximo órgano del Partido Comunista. Pero solamente el 20 de enero, casi dos semanas después, las autoridades reconocieron públicamente la importancia y gravedad del virus.
Además, aunque el presidente chino instruyó controlar el brote, los responsables de Wuhan tardaron demasiado en reaccionar y no se dieron cuenta de la gravedad de la situación. De hecho, el 18 de enero organizaron un banquete para 10.000 familias con el objetivo de batir un récord mundial.
La admisión fue publicada en la revista Qiushi que se ocupa del análisis teórico de la doctrina del partido comunista. El periódico publicó el discurso que dio Xi Jiping durante la reunión mencionada anteriormente. Con su revelación el presidente chino tiene que afrontar el gran descontento de la opinión pública sobre cómo se gestionó el comienzo de la crisis. Especialmente las críticas sobre por qué la ciudadanía no fue advertida con anterioridad. Aunque Xi Jinping dejó claro que él estuvo en alerta sobre la gravedad de la situación desde los primeros momentos.
Si alguien se equivocó no fue él, sino sus subalternos. De hecho, el jefe del Partido Comunista de la Comisión de Salud de la provincia de Hubei, Zhang Jin, y su director Liu Yingzi han sido despedidos por negligencia esta semana. Ambos reemplazados por el subdirector de la Comisión Nacional de Salud de China, por Wang Hesheng. A ellos se suma la penalización de 337 funcionarios en Hubei, seis despedidos por “incumplimiento del deber”.
La provincia de Hubei, epicentro de la epidemia de COVID-19, amplía la cuarentena a unas 200.000 comunidades rurales en las que viven unos 24 millones de personas. En ellas habrá un único punto de entrada y salida, con acceso limitado bajo vigilancia. Solamente un ciudadano de cada hogar tendrá el permiso de salir cada tres días para comprar los productos de primera necesidad. La nueva medida impone también el cierre de los centros de ocio y la suspensión de las actividades grupales. Los eventos como las bodas deben posponerse y los funerales minimizarse.
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