China refuerza el control de los medios de comunicación e Internet imponiendo la censura para contener la ira ciudadana causada por la epidemia del Coronavirus.
Hace unos días la revista económica china Caijing denunció un problema: no todos los fallecidos por el virus aparecen en las listas oficiales.
La razón es que el desbordamiento por el Coronavirus es tan alto que solo un pequeño número, los infectados más graves, son admitidos en los hospitales. El resto debe volver a sus habitaciones con la orden de someterse a una cuarentena estricta, y esperar.
El problema es que los que mueren esperando no se incluyen en el recuento de víctimas, por lo tanto la cifra real puede ser mucho más alta de la que cada mañana viene publicada. La cuestión es que el reportaje desapareció de la página web de la revista.
Después de que el país asiático prometiera transparencia, la prensa china gozó de un poco de libertad. Un pequeña apertura que se extendió también a las redes sociales: la circulación de vídeos e imágenes que daban testimonio de la gravedad de la situación. Evidencias que dejaban claro hasta qué punto se escondieron informaciónes sobre la crisis. Por ejemplo las redes y los medios decubrieron irregularidades en el reparto de donativos de máscaras y otro material sanitario. La Cruz Roja china, un organismo estatal independiente de la Cruz Roja Internacional y con una pésima reputación de corrupción, fue denunciado porque, en lugar de repartir los suministros en los hospitales que más los necesitaban, los desviaba hacia centros médicos dudosos, lejos del centro neurálgico del coronavirus.
A causa de la circulación de esto tipo de noticias, ahora el Gobierno chino tiene que hacer frente a la ira de los ciudadanos. Un problema grave dado que la estabilidad social siempre ha sido uno de sus principals objetivos. La solución del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista fue fortalecer el control de los medios e de Internet.
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