Teresa Berganza muere este viernes 13 de mayo a los 89 años de edad. La cantante fue Premio Príncipe de Asturias en 1991 y Nacional de Música en 1996.
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Muere la cantante de ópera Teresa Berganza a los 89 años. Su voz recorrió salas de todo el mundo, como la Scala de Milán, la Ópera de Viena, el Covent Garden de Londres o el Metropolitan de Nueva York.
Teresa Berganza muere a los 89 años de edad
La mezzosoprano madrileña de fama internacional ha muerto a los 89 años, según han confirmado a Efe fuentes familiares. Cantante de ópera, nació en Madrid en 1933, Berganza comenzó su carrera con un caso de éxito admirable. Consiguió tener un repertorio relativamente corto en el que tuvo que competir duramente «por ser la mejor».
De esta forma logró alargar su carrera desde los 20 hasta los 75 años. «Hay voces muy bonitas que a los seis o los 10 años se han acabado», dijo Berganza en una entrevista en 2017. «Hay que tener la cabeza muy bien puesta para no perderla. Aunque veas un teatro en pie aplaudiendo después de una representación no caer en el: ‘Hay que ver cómo soy, qué estupenda'».
Muere la mezzosoprano madrileña Teresa Berganza
Berganza nació para cantar ópera. Cuando era pequeña vivía en las cercanías del Teatro Real de Madrid. Nació tres años de que empezara la Guerra. Era hija de un padre republicano y una mujer de derechas, de modo que le tocó formarse en la España precaria de los años 40. Estudió y sobresalió en el Conservatorio de su ciudad, perfeccionó sus clases de canto con la profesora Lola Rodríguez Aragón y debutó en 1955 en el Ateneo de Madrid, acompañada al piano por Gerardo Combáu. Su estreno como cantante de ópera espero hasta 1957 en el Festival de Aix-en-Provence, en el papel de la Dorabella de Cosi fan tutte.
Muere la mezzosoprano madrileña Teresa Berganza
Lo que para muchos era un éxito justificado, menos lo era en la España aislada de esa época: en 1958 debutó en Milán; en 1959, en Viena; y en Londres, en 1964 en Nueva York y en 1968, en Buenos Aires. Su imagen era la de un personaje con talento para reírse de sí misma. Era bromista, teatral y, a la vez, extraordinariamente natural. «Balenciaga me dijo una vez que mientras me brillasen no me pusiera joyas. Pero no le hice mucho caso, porque me siguen brillando y me las sigo poniendo», dijo Berganza en 1997. Cuando era pequeña Teresa tuvo una anunciación religiosa y quiso ser monja. Sin embargo, su padre la sacó del convento por las malas. Después contrajo matrimonio dos veces, la segunda con un sacerdote que decidió divorciarse de ella y retomó los hábitos. Berganza lo contaba como una broma de esas que tiene la vida.