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La exmujer de Diego El Cigala acudió la tarde del 9 de junio a la Comisaría de Jerez de la Frontera y denunció que el artista la maltraba física y psicológicamente desde hace cuatro años.
«Tengo mucho miedo por mí y por mis hijos. Hasta ahora he aguantado esta situación por los niños, pero ya no puedo más», relataba la denunciante.
Tanto la policía como la jueza dieron credibilidad a su declaración de continuos episodios de agresiones físicas por parte del que ha sido su pareja desde hace seis años, al que describió como una persona «celosa» y «violenta».
La denunciante contó a los agentes que «durante toda la relación, era habitual que Ramón por cualquier motivo se dirigiera a mí llamándome puta, desgraciada, me cago en tus muertos.»
La primera agresión habría tenido lugar en el verano de 2017, en una habitación de un hotel en Jerez: «Me dijo: me cago en tus muertos, yo le respondí con las mismas palabras y él me dio una bofetada en la cara«.
El más grave de todos ellos ocurrió en un hotel de Barcelona en el año 2019, momento en el que la denunciante le recriminó una infidelidad y él le respondió dándole una paliza, propinándole varios puñetazos en varias partes del cuerpo así como empujones.
Otro episodio ocurrió en agosto del 2017 cuando El Cigala intentó evitar que la denunciante se marchase de Punta Cana zarandeándola con fuerza del brazo en medio del aeropuerto cuando la mujer estaba embarazada de su segundo hijo. En el mismo punto le amenazó con «quitarle a los niños» si no volvía a convivir con él.
La fiscal encargada del caso concluyó que el testimonio de la demandante es «verosímil» y alertó de la «situación de vulnerabilidad» que sufría la mujer, que fue incluso coaccionada para que desistiese en su denuncia. Añade además que la denunciante «depende económicamente del investigado, padre de sus dos hijos y a los que supuestamente (él) ha dejado desasistidos tanto económica como emocionalmente».
Para acreditar las lesiones que El Cigala le habría provocado, la mujer aportó junto a su denuncia varias fotografías en las que aparece con heridas en la cara y hematomas en los brazos.
Ante la jueza que investiga el caso, El Cigala reconoció que él y su expareja discutían a menudo, atribuyó las peleas a los «celos» de la mujer y negó todas las agresiones denunciadas.
Sin embargo, la misma jueza ve «indicios racionales de criminalidad» en El Cigala y le ha impuesto una orden de alejamiento de 500 metros de la mujer, que se encuentra en una situación de riesgo medio, aunque la magistrada considera que hay «datos que aumentan ese riesgo».
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