El pasado sábado 24 de octubre los medios de su país hicieron pública la noticia: muere el Príncipe de Brunéi, Azim, cuarto en la línea de sucesión al trono del país, tras una larga enfermedad, a los 38 años. Era mundialmente conocido por ser productor en Hollywood y por sus excéntricas fiestas.
El país del sudeste asiático se encuentra en una semana de luto nacional por el fallecimiento del príncipe Haji Abdul Azim, conocido como Príncipe Azim. El joven, de 38 años, era el sexto hijo del sultán, el segundo de los varones.
Fue fruto del matrimonio del sultán con su segunda mujer, Hajah Mariam.
Azim estudió en Reino Unido y, posteriormente, ingresó en la academia militar de Sandhurst. Sin embargo, su aventura marcial no duró sino un puñado de días y, tras abandonar el camino militar, se convirtió en una verdadera estrella de la alta sociedad.
En primer lugar, por la organización de fiestas absolutamente espectaculares a las que acudían celebridades como Pamela Anderson, Scarlett Johansson o Janet Jackson, hermana del difunto Rey del Pop, Michael. Cuenta la leyenda que, en una de ellas, Mariah Carey ganó más de un millón de dólares por interpretar para el Príncipe un repertorio de tres canciones. Especialmente famosas se hicieron sus celebraciones de año nuevo.
No obstante, esta faceta díscola y esta fama de fiestero no describían completamente a Azim. También es justo destacar las grandes donaciones y campañas que hizo en favor de las personas con autismo y la lucha contra su enfermedad.
También fue conocido por su trabajo como productor en Hollywood, si bien sus películas no se convirtieron en taquillazos. Entre sus obras más destacadas encontramos Siempre Estaré Contigo, protagonizada por Hillary Swank. Fue estrenada en el prestigioso festival de Cannes y, a la protagonista de Million Dollar Baby, la acompañaron en el reparto otros rostros como Julian McMahon, Emmy Rossum o Loretta Devine.
Pese a su fama mundial y codearse con grandes estrellas por su trabajo y por su intensa actividad social, el Príncipe Azim quedó relegado de los grandes focos cuando en su país se impuso la Sharia, la ley islámica, que entre otras cosas condena a muerte a los homosexuales. Su paso a segundo plano tiene, presuntamente, un motivo oculto: tal y como informó Pérez Hilton, el cronista rosa, el difunto Príncipe de Brunéi era gay.
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