Nunca he tenido muy claro el funcionamiento de las secciones oficiales de los grandes festivales, por qué unas películas concursan y otras son exhibidas fuera de competición.
Me creería que son funciones de criterio en el caso de la vilipendiada (en exceso, pero con razón) Come Reza Ama, pero no tendría sentido alguno en el caso de Bicicleta Cuchara Manzana, el excelente documental sobre el alzheimer protagonizado por Pasqual Maragall.
También fuera de concurso se exhibe La llave de Sarah, la película francesa escogida para clausurar una mediocre Sección Oficial en la que hay muy pocos títulos que sean verdaderamente notables.
Además de la demostración de que la bella Kristin Scott Thomas está viviendo una nueva juventud dorada afincada en Europa, La llave de Sarah es un doloroso repaso a la más triste memoria histórica de Francia, un país que también perseguió a los judíos en plena Segunda Guerra Mundial.
Cómo también nos cuenta la mejor película a concurso del festival, la española Pa Negre, los malos eran muy malos, pero es que los buenos tampoco se quedaban atrás.
Basándose en el best seller de Tatiana de Rosnay, el director Gilles Paquet-Brenner dirige una película cuya narración se divide en dos tiempos e historias, la trágica aventura de una niña en la Francia ocupada de 1942 y la búsqueda de la verdad de una periodista en el París de nuestros días.
La culpa, la memoria histórica o la necesidad de descubrir una horrible verdad son los temas de una película que debería funcionar muy bien en el público europeo, un consumidor de best sellers mucho más fiel que el americano.
El éxito, en este caso, estaría más que justificado y es que La llave de Sarah descubre al público una historia cautivadora al mismo tiempo que emociona y solventa con destrezas los problemas generalmente derivados de estas películas narradas a dos tiempos.
No estamos ante una propuesta particularmente original, pero definitivamente efectiva y engrandecida por el trabajo de una fantástica Kristin Scott Thomas.
Sinopsis: En mayo de 2002, a Julia Jarmond, periodista americana afincada en París desde hace veinte años, le encargan el artículo relacionado con el sexagésimo aniversario de la redada contra los judíos.
Julia, casada con Bertrand Tézac, con el que tiene una hija de once años, Zoë, irá descubriendo poco a poco los acontecimientos del fatídico año 1942 y, curiosamente, la historia de Sarah, que increíblemente estaba relacionada con su familia política, los Tézac.
Tras este descubrimiento, no descansará hasta conocer el destino de la joven Sarah y su relación con la familia de su marido.
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