Acaba de terminar el segundo día del festival y no quiero precipitarme, pero si tuviese que apostar por una ganadora en la sección Perlas de otros festivales no dudaría en jugarme mi dinero por la fascinante Buried (Buried), la propuesta más arriesgada, asfixiante y original que nos ha deparado el cine español en mucho tiempo.
Todo en ella funciona como un reloj suizo: desde el excelente guión de Chris Sparling (dan ganas de aplaudir al recordar lo bien que está administrada la información de la historia) hasta la fotografía de Eduard Grau (revelado para la industria con su preciosista y bellísima fotografía para A single man)… pero si no podemos dejar pasar algo de largo es la brutal, inmersiva e imaginativa puesta en escena de Rodrigo Cortés, ese director gallego que debutó hace unos años con la interesante Concursante, una sugerente película protagonizada por Leonardo Sbaraglia y que no vió casi nadie en su momento.
Afortunadamente Buried cambiará las cosas, porque no lo dudéis: los estudios de Hollywood se pelearán porque Cortés firmé su tercera película para ellos.
Yo lo haría.
El mismísimo Hitchcock no dudaría en aplaudir una película que no pierde el norte en ningún momento, desarrollándose en un agonizante in crescendo que parece no se va a acabar nunca.
Cuenta Cortés que fueron diecisiete (agónicos, extenuantes, tensos, prolíficos, exhaustivos) días los que llevaron filmar una película que, no obstante, se quedará mucho más tiempo en la mente de unos espectadores que no han visto nada parecido.
No es la primera vez que vemos personas enterradas vivas pero ¿noventa minutos de película con tu protagonista sin poder salir de una caja? Jamás.
Ahora sólo queda que la película funcione comercionalmente cómo se merece.
Su éxito dependerá en buena parte del tirón mediático de un Ryan Reynolds en estado de gracia que sorprende y emociona a partes iguales.
El actor carga sobre sus hombros magistralmente todo el peso de la película en un mastodóntico reto que la mayoría de estrellas de Hollywood no dudaría en rechazar.
Reynolds se crece hasta llegar a una dimensión que jamás había mostrado en una pantalla: su estoico esfuerzo le lleva a superar con nota todos los obstáculos físicos y emocionales a los que Conroy se enfrenta durante la hora y media cinematográfica más intensa del año.
Su trabajo influye determinantemente en que al final todos los espectadores nos convirtamos en Paul Conroy: su desesperanza, desidia, lucha por sobrevivir o frustración es la nuestra.
Y todo esto sin salir de una caja de dos metros de largo y medio ancho.
¿Alguien da más?Sinopsis: Paul Conroy, padre de familia y contratista civil en Irak, despierta enterrado vivo en un viejo ataúd de madera.
Sin saber quién lo ha puesto ahí ni mucho menos por qué, su única oportunidad para escapar de su agónica pesadilla es un teléfono móvil.
La cobertura precaria, la falta de batería y la escasez de oxígeno son sus peores obstáculos en una carrera a vida o muerte contra el tiempo: Paul sólo dispone de 90 minutos para lograr su rescate.
San Sebastián 2010: Buried (Perlas de otros festivales) FotosLeer más sobre Buried (Enterrado)Leer más sobre Festival San Sebastián 2010
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