Es prácticamente imposible hablar mal de alguien justo después de su muerte.
No sé a vosotros, pero a mí me pareció increíble la cobertura de prensa que se hizo hace ya más de dos años tras el repentino fallecimiento de Michael Jackson.
De repente el mundo se olvidó de la mierda que la prensa le había echado día sí, día también durante la última década.
Tampoco es fácil ser objetivo cuando nos enteramos que una persona sufre una grave enfermedad.
Por eso, es complicado juzgar Bicicleta Cuchara Manzana sin huir de la parte humana del proyecto.
Este documental dirigido por Carles Bosch (nominado al Oscar por Balseros) refleja los dos años que pasaron desde el día en que Pasqual Maragall anunció que sufría ese terrible mal llamado alzheimer y lo hace con corazón, tacto y talento.
Pocas películas han despertado hasta el momento la positiva unanimidad que tiene este documental que se presenta fuera de competición pero dentro de la Sección Oficial y es que Bicicleta Cuchara Manzana triunfa en sus dos principales objetivos: emociona al espectador al mismo tiempo que le informa sobre uno de los males de nuestros tiempos.
Se agradece además que Bosch haya evitado mostrar los peores momentos del ex presidente de la Generalitat y ex Alcalde de Barcelona: esos bajones, esos terribles momentos son contados con muchísima emoción por su ex esposa.
Igual de efectivo y mucho menos morboso.
Bravo.
Estamos ante uno de esos títulos que podrían recibir la etiqueta de “necesarios” y es que como ha dejado claro la familia del político, el documental nace con el objetivo de concienciar y obligar hablar del tema a una sociedad que rehuye un tema tan duro y difícil como este.
Más allá de su valor emocional y divulgativo, es imposible no quedarnos con el descubrimiento de un personaje y un individuo realmente magnífico: humano, divertido y luchador: Pasqual Maragall.
Cada vez que aparece en pantalla, el espectador escucha, sufre, ríe y, las cosas como son, sufre.
No os la perdáis.
Sinopsis: En el otoño del 2007, a Pascual Maragall se le diagnostica la enfermedad de Alzheimer.
Tras el duro golpe, él y su familia inician una cruzada contra la enfermedad y, desde el primer paso, esta película se convierte en testigo excepcional.
Con inteligencia, sinceridad y buen humor, Maragall se deja retratar junto a su familia y los médicos para dejar constancia del día a día de su lucha personal.
Dos años de seguimiento a un paciente excepcional dispuesto a que los científicos encuentren la cura antes de que la cifra de 26 millones de enfermos en el mundo se multiplique por 10.
Una película dura, pero optimista a pesar de todo.
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