No, la foto que estáis viendo encabezando el artículo no pertenece a una escena eliminada de la gran 21 gramos, si no a Caza a la espía, la nueva colaboración de Naomi Watts y Sean Penn.
Tras el gran trabajo en la película de Alejandro González Iñarritu (que le deparó a Watts su primera nominación al Oscar y le habría dado a Penn otra de no ser porque ese mismo año ganó la estatuilla por Mystic River), el director Doug Liman (El caso Bourne) les ha escogido para protagonizar un intenso drama basado en hechos reales que intentará borrar la huella de su anterior película, la terrible Jumper de Hayden Christensen.
Caza a la espía se estrena el 17 de diciembre en nuestro país, más de medio año después de haber competido en Cannes como la única película estadounidense a competición.
Aunque la historia esté basada en hechas reales (una etiqueta un tanto peligrosa hoy en día), la película está más cerca del cine de Alan J.
Pakula o Sidney Pollack de los años 70 que de de los telefilms que protagoniza la amiga Hilary Swank (con todos mis respetos, que es una fantástica actriz).
Caza a la espía se inspira en el controvertido best seller publicado por Valerie Plame, una agente secreta de la CIA cuya identidad fue revelada al gran público como parte de un plan que consisitía en desacreditarla a ella y a su marido, un destacado diplomado.
Un caso que estuvo en los informativos norteamericanos día sí, día también en el año 2003, causando grandes daños personales y profesionales a un matrimonio de funcionarios del estado atrapados en una telaraña de poder y ambiciones.
En definitiva, material de primera para volver a ver a Naomi Watts, que lleva el mayor peso de la cinta, como lo que es: una estupenda actriz.
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