Mucha gente dice que lo peor que le puede pasar a un artista es que su obra deje indiferente.
Alex de la Iglesia puede estar tranquilo: Balada Triste de Trompeta causará reacciones apasionadas y encontradas.
Los premios en el festival de Venecia como mejor director y guión, algo muy poco habitual y definitivamente histórico para el cine español, no son suficientes para establecer un consenso respecto a la película más personal del director del extraordinarnia El día de la bestia.
Es lo que pasa con las películas arriesgadas, complejas y difíciles de ver (y hacer).
Balada triste de trompeta resolverá todas las incógnitas sobre ella el próximo 17 de diciembre.
La novena película como realizador del bilbaíno es una comedia dramática inclasificable ambientada en los últimos años del franquismo, en los tensos tiempos previos a la transición española.
La historia arranca con el reclutamiento de un payaso para luchar con el bando nacional durante la Guerra Civil Española, en 1937 y seguirá durante muchos años con la batalla (literal y metafórica) de dos payasos por conseguir el amor de una bella trapecista.
Carlos Areces (Spanish Movie), el gran Antonio de la Torre (Gordos) y Carolina Bang (Plutón B.
R.
B.
Nero) interpretan el peculiar triángulo romántico protagonista, aunque actores como Fran Perea, Santiago Segura, Enrique Villén o Raúl Arévalo también aparecen en roles secundarios.
Aunque pueda parecer absurdo, no puedo dejar de pensar en películas como Forrest Gump cuando leo la sinopsis o veo el atractivo primer trailer de Balada triste de trompeta.
El triángulo sentimental no deja de ser una excusa para contar lo que realmente le interesa al director y es que, al igual que en la película de Robert Zemeckis, el verdadero objetivo de De la Iglesia es hablar de la transformación, los altos y los bajos y las características de un país en tiempos convulsos.
Esperemos que los resultados finales sean similares a Forrest Gump (en otro estilo, claro) y no a los de Australia, una película con las mismas intenciones pero que hacía aguas por todas partes.
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