Los 90 han vuelto y con ellos los thrillers dramáticos ambientados en un juzgado y los intentos de Matthew McConaughey por convencernos de que puede ser un buen actor.
¿Se dejará el actor de comedias románticas y de aventuras para protagonizar películas como Amistad, Tiempo de matar o Contact? Me temo que es uno de esos casos en los que uno no sabe qué es peor, si el remedio o la enfermedad.
McConaughey encabeza el reparto de The Lincoln Lawyer, un drama legal dirigido por el desconocido Brad Furman y que llegará a las pantallas el 18 de marzo.
La película sigue los pasos de Mickey Haller, un abogado que se ha especializado en defender a criminales de poca monta procedentes de los barrios bajos.
Cuando un día se le presenta la oportunidad de representar a un rico heredero acusado por el intento de asesinato de una prostituta, tiene un caso en el que podrá defender a alguien presuntamente inocente además de poder tener unos ingresos extraordinarios.
Sin embargo, este caso aparentemente sencillo tendrá consecuencias inesperadas.
Aunque lo parezca, el relato no está basado en una historia de John Grisham si no que se inspira en el best seller homónimo de Michael Connelly.
Marisa Tomei, Ryan Phillippe, William H.
Macy, John Leguizamo y Josh Lucas completan el sensacional elenco de secundios de una película que, no obstante, da pereza por todas partes.
La corrección formal, narrativa e interpretativa irán de la mano de la más absoluta de las previsibilidades en una historia que hemos visto mil veces y que, si queremos recuperar, está mucho mejor contada en la sensacional serie de televisión The Good Wife.
Eso sí que es un thriller judicial.
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