Se esperaba un bombazo, pero nadie esperaba un bombazo tan fuerte.
Alex de la Iglesia llegó a la gala de los Goya dispuesto a echar su último órdago, a lanzar las cartas encima de la mesa, a enfrentarse cara a cara a sus compañeros y a expresar sus ídeas.
Los aplausos entre las butacas no fueron unánimes, pero Internet se convirtió en un grito a favor del Presidente de la Academia, uno de los pocos cargos (por no decir el único) que ha cometido el pecado de hablar con los internautas e intentar llegar a un consenso.
Mucho hubo de reprochable en la gala, desde unos premios previsibles hasta una realización técnica deprimente, unos guiones sin gracia y una duración a todas luces excesiva, pero el discurso eclipsó a lo demás.
Un discurso coherente, bien escrito, sabio, que debería unir a las dos partes de la contienda y que aboga por un punto medio entre el “todo gratis” y el “Internet nos da miedo”.
Frases como “Internet es la salvación de nuestro cine”, “La esencia del cine se define por una pantalla y una gente que lo disfruta” o “Si queremos que nos respeten, hay que respetar primero” definen a la que es, por lo visto, una de las pocas voces de la razón que están surgiendo en este conflicto.
Se podría hablar horas sobre el discurso de Alex, pero creo que su visionado habla por sí solo.
Como cinéfilo, como ciudadano, como internauta: Chapeau, señor De la Iglesia.
Vía
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