Este fin de semana se estrena este falso documental que tuvo en jaque a toda la comunidad del entretenimiento durante bastantes meses y que convirtió a Joaquin Phoenix en el hazmerreir de Hollywood durante su rodaje.
Dirigido por el cuñado del actor, el también interprete Casey Affleck, I´m Still Here ha recibido alabanzas por donde se ha proyectado pero no ha sido capaz de recaudar más de 500.
000 dolares, para lo que se supone el trabajo de más de un año para, eso si, un reducido equipo de trabajo.
La película comienza en un tono muy solemne ubicando al espectador ante un personaje real.
El actor Joaquin Phoenix crece siendo alentado por su familia a dedicarse al espectáculo como queda patente gracias a las películas familiares en las que podemos verle acompañado por sus hermanos representando pequeños números musicales.
Retomamos el tiempo presente con el actor en medio de la promoción de su último film, mientras comienza a replantearse su carrera, deja de afeitarse y empieza a hablar como alguien con las capacidades mentales reducidas.
Tras anunciar que deja el mundo de la interpretación, expone su intención de hacerse un nombre en el Hip Hop, para lo cual decide perseguir al P.
Diddy, el productor que le hará llegar a la cima.
El tono realista del film, lógico al plantearse como un documental, no termina de funcionar si somos conscientes de que lo que estamos viendo se trata de un montaje.
El mismo Joaquin Phoenix acudió al programa de David Letterman a promocionar la película y declarando que todo lo que se había visto hasta el momento era totalmente falso, por lo que el impacto que nos podrían provocar sus imágenes queda completamente diluido.
El personaje creado por el actor resulta altamente cargante y carente de gracia, aunque intente ser un reflejo de la parte más oscura de la industria.
Aun reconociendo que el film tiene cuenta con momentos hilarantes, también es justo aclarar que en su mayoría esos momentos se pueden ver en you tube desde antes del estreno de la cinta, ya que se trata de los cortes de los programas televisivos a los que el actor acudió haciendo su numerito y las consecuentes imitaciones de las que fue objeto.
Se ha alabado la interpretación del actor en bastantes medios, pero personalmente no creo que estemos ante su mejor creación, ya que, enterrado tras una poblada barba y unas gafas cochambrosas, el personaje creado para el documental queda tan poco expuesto a la cámara que son pocos los momentos en los que realmente podemos contemplar los matices de su interpretación.
La película cuenta con momentos interesantes, como en los que se juega el pellejo interpretando sus raps ante un público alucinado, cuando se enzarza en alguna pelea con los espectadores que le increpan, o la manera en la que se integran en la trama elementos externos que afectan directamente a la subsistencia del propio documental.
La posible crítica a la presión a la que se someten los actores en Norteamérica, que es lo más interesante que nos podría ofrecer el documental, queda invalidada en el mismo momento que sabemos que el actor no pretende abandonar realmente ese estilo de vida.
Estamos ante una innecesaria payasada que hasta el momento, lejos del aparente reconocimiento a la labor del actor, ha congelado su carrera hasta el punto que no veremos nada suyo en por lo menos un año.
El film podría recomendarse como anécdota divertida si no fuera por que arrastra cantidad de material innecesario y un final que se alarga hasta lo exasperante con el único fin de darle a la película cierta coherencia introspectiva.
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