Meritos aparte, Super es una de esas películas convertirse en una cinta de culto reivindicada en la blogosfera pero que, a la hora de la verdad, tiene difícil el salto a las salas comerciales.
Esta versión salvaje y malhablada de Kick Ass no tiene fecha de estreno en nuestro país a pesar de haberse exhibido entre risas en el último festival de Sitges y de contar con un destacado elenco de actores como Rainn Wilson, Ellen Page, Liv Tyler o un desbocado Kevin Bacon.
James Gunn, guionista capaz de lo mejor (el remake de Amanecer de los muertos, la mejor película de Zack Snyder con mucha diferencia) y lo peor (las dos partes de Scooby Doo), es el responsable de una comedia salvaje y violenta como se han visto pocas.
Algunas de las muertes que vemos a lo largo del film son mucho más gráficas de lo que podría esperarse de una producción de estas características.
No es el caso de la escena que os presentamos hoy y es que los títulos de crédito recuerdan en cierto modo a los que vimos en Juno, película con la que Super comparte una actriz (Page, divertidísima y carismática) y un personaje similar que recuerda inevitablemente a la comedia de Jason Reitman y la ex stripper Diablo Cody.
Al igual que en aquella película, se tira de la animación para dejar claro al espectador que estamos ante una producción un tanto atípica y característica.
Tras ver cómo su mujer cae bajo la influencia de un traficante de drogas, un tipo corriente decide transformarse en Crimson Bolt, un superhéroes con las mejores intenciones… pero sin ninguna habilidad especial.
El argumento recuerda a la citada película de Matthew Vaughn, sí, pero el desarrollo, la puesta en escena y el lenguaje de Gunn van por un camino muy distinto… y que para un servidor tarda demasiado en arrancar (la segunda mitad del film es muy superior a la primra)… pero eso es algo que tendréis que comprobar por vosotros mismos si alguien se decide a estrenar la película entre nosotros.
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