El prestigioso festival de Cannes vuelve a abrir sus puertas el próximo 11 de mayo con la premiere mundial de Medianoche en París, la enésima aventura de Woody Allen por Europa después de que en Estados Unidos no deje de encontrar problemas para financiar sus películas.
Tras pasar recientemente por el festival francés con películas como Match Point (su único producto verdaderamente bueno de los últimos diez años), el realizador neoyorquino abrirá por primera vez el festival con una comedia que nos llegará a los cines españoles dos días más tarde de su premiere en La Croissette, el 13 de mayo.
La participación en el proyecto de Owen Wilson, Marion Cotillard, Rachel McAdams, Kathy Bates, Michael Sheen, Adrien Brody y Carla Bruni demuestra que Allen sigue manteniendo su habilidad para contratar a estrellas a un precio pírrico a pesar de no estar pasando por un buen momento de forma, cinematográficamente hablando.
Tiene sentido después de todo: cuando dentro de treinta años estos actores miren atrás a su carrera siempre podrán decir que han trabajado con uno de los mejores creadores de personajes de la historia del cine.
Las vacaciones de una familia en la capital francesa es la excusa que utiliza el director de Annie Hall para trasladar la acción de sus historias a París, aunque la sinopsis finalmente sea lo de menos: de un tiempo a esta parte las películas de Allen son siempre la misma.
No es el primer cineasta que se repite en sus planteamientos, pero quizás todo cambiaría si el director se tomase las cosas con calma y dejaría más tiempo entre sus películas.
Es una idea.
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