Esther y Oriol, la pareja de Reus en Pekín Express, han tenido una carrera muy dura.
Sin demasiado éxito en el transporte, encima han sufrido las consecuencias del sol y han acabado quemados como gambas.
Cuando han necesitado alojamiento, lo han ido a pedir a un templo budista.
Según ella, a él le hacía ilusión estar allí “con los inciensos y eso” (gran razón…).
Allí han tenido su primer momento despelote en el concurso.
Para poderse lavar, como no disponen de duchas, los monjes (que según Esther, hacían “peste a sobaquillo”) les han ofrecido bañarlos en el patio con cubos de agua.
Oriol no se lo ha pensado apenas y se ha quedado medio desnudo para refrescarse ofreciéndonos uno de las primeras imágenes ligeritas de ropa del concurso.
Pero Esther no ha estado muy por la labor de desnudarse porque “por muy monjes, la carne es carne”.
Tampoco ha querido la concursante utilizar los “baños” que le ofrecían, una especie de letrinas en tierra con una agua amarillenta que como ella misma ha apuntado parecía orina.
Sin embargo, Esther no sabía que en Camboya sólo el 30% del agua es potable, así que que el agua tenga color de tierra es lo más normal del mundo.
Tras el descanso, la pareja más rápida para conseguir el último puesto en el juego de la inmunidad ha sido David y Javi (las rubias y el padre y la hija ya habían conseguido plaza) y lo han hecho en los morros de Sandra y Belinda que no han sabido ver el libro en un templo budista.
Su paso a al juego no ha podido ser más rentable, porque lo han ganado asegurándose el paso a la siguiente etapa.
Sus compañeros los acusan de ser competitivos, pero es que ¿este concurso no va de eso?