El capítulo de hoy de Cómo Conocí a Vuestra Madre va de cigarrillos, de los protagonistas de la serie siendo unos adictos al tabaco, algo que, curiosamente, nunca antes les habíamos visto hacer (que yo recuerde).
Ted Mosby les cuenta a sus hijos cómo fue que se engancharon todos al tabaco y el momento en el que cada uno lo dejó, para siempre.
Todo empieza cuando Robin Scherbatsky le cuenta a Ted que tiene un nuevo compañero de trabajo, un co-presentador con una larga carrera en shows matinales y que, como luego descubre, resulta ser un calzonazos perdedor que no deja de montar escenitas patéticas.
Pero, de momento, decide subirse a la azotea y celebrar que tiene un colega nueva fumándose un cigarrillo.
Marshall es otro que, desde que empezara a las 13 años en un camping de Minessotta, ha ido fumando ocasionalmente y, según las épocas, de forma asidua.
Tanto es así que ha enganchado a Lily, la cual aprovecha las recaídas de su marido para deleitarse con el humo y la nicotina del tabaco.
El problema es que se le acabará poniendo una voz de viejo gruñón nada sexy, desde luego.
La recaída de Marshall se debe a que, en su empresa, ha vuelto aquel jefe con el que se enganchó, tiempo antes, en una discusión fuertísima, y el chico anda un poco estresado, temiendo que le reconozca, que le odie y, de paso, que le eche a la calle.
De hecho, sucederá todo lo contrario, y es que Marshall se encuentra a su jefe en la azotea, justo cuando iba a fumarse un cigarrillo, y será a partir de entonces cuando entablen cierta relación amistosa, muy pero que muy enfocada al perro del jefe, al cual quiere más que a nadie en el mundo y por el que es capaz de perder la compostura vistiendo una camiseta con su foto.
Así pues, tenemos enganchados a Lily, Marshall y Robin, quiénes no dudan en salir a la calle para fumarse un cigarrillo mientras Barney y Ted se quedan dentro del bar, momento en el que recuerdan cómo eran los bares cuando estaba permitido fumar.
La escena es buenísima, la verdad, y no deja de ser una crítica a los problemas que causa el tabaco.
Como Ted y Barney no quieren quedarse solos, prefieren unirse a sus compañeros y ponerse a fumar, un acto que, según Barney, provoca una tos que va estupenda para ejercitar los abdominales; mucho mejor que el Vibro Power, vamos.
Los chicos llegan a un punto un tanto insostenible, se dan cuenta de lo perjudicial que es fumar y deciden dejarlo, todos a la vez.
El problema es que Robin está super estresada porque al día siguiente tiene que entrevistar al alcalde, y por eso se niega a dejar el tabaco.
Aún así, los amigos la convencen.
Robin se encuentra en la mesa de su programa, ultimando detalles de la entrevista, cuando llega el patético de su compañero y le suelta la noticia, 1 segundo antes de entrar en antena, que el alcalde ha cancelado la cita.
Éste, en su línea de payaso perdedor, invita a Robin a fumarse un cigarrillo en directo visto que, según él, no hay nadie que los esté viendo y, si lo está, le invita a que llame para que Robin no le dé una caladita.
Por suerte, los chicos están viendo el programa, producto del insomnio que les ha provocado el enganche al tabaco, llaman por teléfono y Robin suelta el cigarrillo.
Una vez conseguido esto, se suben todos a la azotea a seguir con su vicio.
Más tarde, llegará la canadiense y allí, observando el amanecer, se fumarán el que en teoría es el último cigarrillo de todos.
Como bien le dice Ted a sus hijos, ese no sería el último cigarrillo para ninguno de ellos aunque, en el 2030, ya no hay nadie que siga con el vicio.