Mucho se ha especulado sobre la presencia de Javier Bardem en la ceremonia de los Oscar, que tendrá lugar mañana domingo.
No sabíamos si iba a acompañar o no a Penélope Cruz, y si la razón iba a ser que quizá se encontrara entre los encargados de entregar alguna de las estatuillas.
Porque al haberse llevado el Oscar el año pasado por su película No es país para viejos, de los hermanos Coen, había muchas posibilidades de que este año le tocara entregar alguno de los galardones.
Y nos pusimos todos a soñar sobre lo bonito que sería que el que entregara fuese el premio a la mejor actriz de reparto, y que ya puestos se lo diera a Penélope Cruz.
Hubiese sido genial poder cotillear sobre el apasionado beso en que se hubiesen fundido ante los cientos de cámaras y de ojos curiosos… Pero ni beso, ni nada de nada.
Y no porque la española no tenga posibilidades de ganar, que yo creo que las tiene, sino porque al parecer, la agenda de rodaje de la película Biutiful de Alejandro González Iñárritu, obliga al actor a permanecer en España.
Pero yo no me lo creo.
Por muy apretado que vaya un rodaje, no es imposible escaparse un par de días cuando se trata de un evento de tal magnitud como los Oscar, y más aún cuando eres Javier Bardem.
A lo mejor lo que pasa es que la relación no va tan bien como todos creemos y que Javier, tan poco amigo de las cámaras y de los periodistas, prefiere evitar que le fotografíen juntos en un momento en el que Penélope debería brillar con luz propia.
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