Menuda sorpresa ha sido que en esta segunda parte de Granjero Busca Esposa hayan decidido al fin meter a una mujer, que da la sensación de que en una granja sólo los hombres pueden llevar los pantalones.
Lo que me escama así de entrada es que la chica en cuestión sea hija de una amiga de la madre de Aitor, y a mí esto me huele a enchufismo.
Bueno, como ella tenga la mitad del genio que su amiguito, que tiemblen los pretendientes.
Nuestra protagonista se llama Natalia, tiene 25 años y vive en Mendata, en Vizcaya.
Dice que es un poquito vergonzosa (aunque yo la he visto de lo más sueltecita), trabajadora, familiar, leal y muy presumida.
Tanto, que hasta para ordeñar a las cabras se pone un poco de rímel y se pinta la raya del ojo.
Porque ella se dedica a eso, a criar cabras, sobre todo con la finalidad de ordeñarlas para hacer quesos que vende después en las ferias provinciales.
Lo único malo de todo esto es, que de tanto inhalar tufillo a queso de cabra, a la muchacha se le ha fundido la neurona encargada de conjugar correctamente el imperfecto de subjuntivo, y cuando habla, a mí por lo menos me dan pinchazos los oídos: “Un consejo a los chicos que vendrían (imagino que quiere decir “viniesen”) aquí… Que serían (sean) activos y que no se dormirían (durmiesen) en los laureles”.
Haz click en continuar la lectura para ver el vídeo si no me crees…Tiene más de 200 cabras, además de perros y gatos, y hasta un loro y una lechuza.
Está estudiando auxiliar de veterinaria, con lo que pronto podrá cuidar ella misma de cualquiera de sus pretendientes, los cuales le gustaría que “serían” (fuesen) sensibles y trabajadores.
Su objetivo lo tiene más que claro, formar una familia y tener descendencia para que les ayude en el negocio familiar: “Ojalá que mi próxima generación lo seguiría…” (cada vez le veo más parecido a Yoda).
Y ya se ha puesto manos a la obra y ha preparado el cuarto de los invitados para sus dos futuros pretendientes.
Ánimo chicos, que la cosa promete… Vía
