Hace unos minutos que hemos visto en Tal cual lo contamos que Ramón Calderón ha dimitido.
Desde hace unos días no se para de hablar del presidente (ahora expresidente) del Real Madrid, por lo del pucherazo que dió y dijo que no dió.
Ramón y dos amiguetes colaron a personas a las que pagaron para votar, en la Asamblea de gente importante que presidía, lo que él quería.
Ayer mismo dijo que habían sido esos dos amiguetes, no él, que a ellos es a los que había que echar, que además no son amiguetes, y que no pensaba dimitir porque no es cobarde y porque no tiene nada que ocultar.
Así que ahora lo tenemos clarísimo, tiene algo que ocultar o es un cobarde.
O las dos cosas.
Dimitir no implica eso, pero como él así lo ha dicho, pues no hay más vuelta de hoja.
Esto es lo que pasa cuando se hacen cosas malas y se dicen tonterías.
Ha dicho muchas veces que se va con la conciencia muy tranquila y la cabeza muy alta.
El momento estrella ha sido cuando, al final del discurso que leía en voz alta, ha empezado a soltar lagrimitas, acordándose de lo mucho que sufría su mujer Teresita Galán por eso de que él fuera el Presidentísimo del Real Madrid.
Ya me lo imagino yo, la mujer, viviendo en el Barrio de Salamanca, con los montones de dinero que su marido llevaba a casa y el montón de tiempo libre para irse por ahí con las amigas… pobrecilla ella.
En fin, a rey muerto rey puesto.
A ver quién es ahora el que aguanta el peso del “mejor club de fútbol del mundo” que es como Calderón ha definido al Madrid, modesto él.
Por ahora tienen puesto a Vicente Boluda.
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