Por fin ha llegado.
El capítulo de Lost que estaba destinado a ser el mejor de la temporada.
Ya tenemos aquí Ab Aeterno.
¿Ha sido para tanto? Pues ciertamente ha sido un gran capítulo, genial, enorme, aunque ha habido cosas que me han dejado un poco frío.
Pero nadie es perfecto, y menos un capítulo de Lost de la sexta temporada.
Aunque éste es realmente bueno, y encima dura más de lo habitual.
Ab Aeterno está centrado ni más ni menos que en Richard Alpert, interpretado por Nestor Carbonell, actor neoyorquino de origen cubano, el hombre que dice no tener los ojos pintados.
Sin duda uno de los mejores personajes, y de los más enigmáticos, de la serie, cuya sola presencia hacía que sintiéramos respeto e intriga… hasta esta temporada, en la que se ha limitado a corretear por la jungla.
Sin embargo este episodio, el único de la serie entera dedicado a él, nos aclara todas las dudas sobre su pasado y nos lo eleva definitivamente al Olimpo de los personajes de Lost.
Ab Aeterno, por cierto, es “Desde la Eternidad”, más que “Para Toda la Eternidad”, en latín, un título muy apropiado para alguien que no tan sólo no envejece, sino que no puede morir.
Y además es un capítulo que también nos habla mucho de un personaje central en la serie por el que tampoco pasan los siglos: la propia Isla, que por fin se nos define, y de qué manera.
Cómo no, los dos invitados de honor de la función son Jacob y su Adversario.
El episodio comienza de una manera poco halagüeña, ya que lo primero que vemos es a Ilana en el hospital ruso, en aquella escena en la que Jacob la visita durante The Incident.
Aquí se nos desarrolla más y vemos que el hombre que (casi) siempre está tranquilo le pide que proteja a seis candidatos, los únicos que quedan, y que llegado el momento debe pedir ayuda a Ricardus, o sea Richard, quien sabrá lo que hacer.
Esto es lo que explica Ilana a Jack y compañía en la playa, que alucinan, pero Richard se rie con una risita bastante nerviosa, y dice que no tiene ni idea de lo que hacer y declara que no están en una isla sino en el infierno.
Harto de todo, se va del campamento, decidido a unirse al Adversario, ya que ha dejado de creer en Jacob.
Y a todo esto, Hurley habla con uno de sus muertos en un español bastante pésimo.
Tenerife, Islas Canarias, 1867.
Es a ese punto donde se traslada la acción.
En serio.
Bueno, vale, es un Tenerife donde sus habitantes tienen acento latino, pero nos lo creeremos igual.
Por fin volvemos al formato flashback, que aún no había parecido esta temporada, repleta de flashes de la realidad alternativa.
Y lo que vemos es un flashback ininterrumpido, cosa que sólo había sucedido en tres ocasiones, con Desmond en Flashes Before your Eyes, con Michael en Meet Kevin Johnson y con Locke en The Life and Death of Jeremy Bentham, aunque en el caso del escocés más bien fue revivir acontecimientos pasados.
Y en este caso tenemos un largo flashback hablado casi enteramente en castellano, pero con acentos latinos que van desde el mexicano hasta el cubano de Ricardo.
Sí que era multicultural Tenerife en aquella época.
La historia de Richard es más bien folletinesca, aunque nos llega al corazoncito.
Lamentablemente, tal vez se alarga demasiado, y la primera mitad del capítulo se hace un poco aburrida.
Richard, en esa época Ricardo, es un hombre muy enamorado de su mujer enferma, Isabella, lo que más quiere en el mundo, y por conseguir una medicina mata sin querer a un hombre.
Sin embargo, cuando lleva la medicina a Isabella ella ya está muerta, y lo único que le queda es su crucifijo, y una sentencia de muerte que al final le es conmutada para hacerlo esclavo en el Black Rock.
Magnus Hanso, el antepasado de Alvar Hanso, fundador de Dharma, necesita un esclavo que hable inglés, y un oficial recluta a Ricardo y lo embarca en el Black Rock.
Lo que sigue es una de las explicaciones más cogidas por los pelos de la historia de Lost, que de un plumazo nos responde a tres preguntas: cómo llegó el Black Rock hasta el centro de la Isla y cómo se destruyó la estatua de Taweret.
Simplemente una enorme tormenta cerca de la Isla lanza al Black Rock contra la estatua, la destruye y hace que el barco llegue hasta el corazón de la jungla.
Muy conveniente.
Por cierto, a no ser que fuera otro barco, ¿no era éste el que Jacob y el Adversario miraban desde la playa en un día soleado y sin atisbo de tormenta? En fin.
Ricardo queda como único superviviente del naufragio, porque el Humo Negro mata a todos la tripulación excepto a él, aunque antes lo escanea a su manera para ver si puede sacarle provecho.
Y ya lo creo que se lo saca.
A continuación vemos a Ricardo intentando liberarse de sus cadenas en unas escenas alargadas en demasía que pretenden que empaticemos más con el personaje, mostrándonos su sufrimiento.
Un sufrimiento que se ve interrumpido por la aparición de su difunta esposa, Isabella, que le dice que están todos muertos en el infierno y deben escapar del diablo, y desaparece de nuevo, aparentemente llevada por el Humo Negro.
Y es el mismísimo Adversario quien más tarde se presenta ante Ricardo, pero en la primera forma que conocimos en The Incident, el Hombre de Negro.
Libera a Ricardo y comienza con sus típicos juegos mentales (luego dicen de Ben): le hace creer que su esposa está en manos del diablo, el mismo que lo ha encerrado a él en la Isla, y que debe matarlo para liberarla.
Reconoce ser el Humo Negro, pero dice que el diablo es el hombre que vive en la base de la estatua, o sea Jacob.
Todo patrañas, aunque al menos me creo lo de que Jacob le quitó su forma y su humanidad.
Lo bueno del asunto es que le entrega la misma daga que Dogen entregó a Sayid para que matara al Adversario, y le dice prácticamente las mismas palabras: que si atácalo a la primera, que si no dejes que te hable, bla bla.
Como siempre, juega con los sentimientos y los deseos, y le dice que la única forma de recuperar a su esposa es matar al diablo.
En el fondo está haciendo lo mismo que hizo con Ben, convencer a otro para que mate a Jacob, buscar su “loophole”.
Ricardo va decidido al pie de la estatua donde vive el tranquilo Jacob.
Bueno, de tranquilo nada, porque le propina una paliza de las que dejan huella, y le demuestra que ni están muertos ni están en el infierno, tras hacerle un curioso bautizo en el océano que lo libera ya del todo de la influencia del diablo.
Y lo que sigue es lo mejor del capítulo, y una de las escenas más reveladoras de la serie.
Jacob le explica a Ricardo lo que es la Isla usando una botella de vino como símil: básicamente la Isla es un corcho, un tapón, que mantiene la oscuridad, el mal, dentro de la botella.
Si no, este mal se extendería por el mundo.
Brutal.
Además, Jacob reconoce que, como ya dije en su momento respecto a The Incident, el Adversario opina que la humanidad es fácil de corromper, mientras que él piensa que pueden mejorar y avanzar, y trae gente a la Isla continuamente para demostrar que se equivoca, pero acaban muriendo.
Cuando Ricardo le pregunta por qué no interviene, Jacob le dice que quiere que vean por sí mismos la diferencia entre bien y mal, que no tiene sentido si les obliga.
Para equilibrar las cosas, ya que el Adversario sí que interviene, Jacob tiene la idea de ofrecer a Ricardo un trabajo: ser su representante ante la gente que llegue a la Isla.
A cambio le concede la vida eterna, lo que pide Ricardo ya que no puede devolverle a Isabella.
Y así tenemos a Ricardo como representante de Jacob.
Ricardo vuelve hasta el Hombre de Negro sólo para rechazar su oferta y entregarle una piedra blanca de Jacob.
Y éste le entrega el crucifijo de Isabella y lo tienta una vez más diciéndole que si cambia alguna vez de opinión, lo esperará y le devolverá a su amada.
El pobre Ricardo entierra el colgante y acaba este largo y revelador flashback.
Y así enlazamos con el gran final del capítulo, que nos muestra a Richard desenterrando el crucifijo y gritando que quiere aceptar la oferta del Adversario.
Pero quien aparece es… ¡Hurley! El grandísimo Hugo ha llegado hasta él guiado por Isabella, que era la persona muerta con la que hablaba en español al inicio del episodio.
Y resulta crucial para que Alpert no se pase al lado del Adversario, ya que sirve de intérprete en una preciosa escena a lo Ghost en la que Isabella le pide a Richard que siga adelante.
Él dice que la echa de menos y ella, como antes de morir, cuando él se negaba a reconocer su pérdida, le dice que ya están juntos.
Ella desaparece de nuevo, y Richard, renovado, se pone su crucifijo.
Lo dicho, preciosa escena.
Yo ya temía que el personaje de Richard quedara desvirtuado completamente sumándose a las filas del Adversario, pero afortunadamente el inmenso Hurley lo ha evitado.
Este hombre está que se sale.
Y además añade que Isabella ha añadido una última cosa: han de evitar que el Adversario escape de la Isla, porque si lo hace “todos nos vamos al infierno”.
Pues eso, que quien tenga alguna duda de quien es el villano, que se lo haga mirar.
Escalofriante.
Como escalofriante es ver al falso Locke mirando la escena y recordando a Jacob entregándole la botella de vino en 1867, para regodearse un poco.
El capítulo finaliza con otra escalofriante y profética imagen: cuando se queda a solas, el Hombre de Negro destroza la botella.
En resumen, un grandísimo capítulo que nos muestra la historia de Richard Alpert, aunque presenta incongruencias y no responde ni mucho menos a todas las preguntas.
Me ha decepcionado, por ejemplo, que no se explique de forma alguna cómo concede Jacob la inmortalidad, así que creo que de explicaciones científicas poco.
Sí que es quizás el mejor capítulo de la temporada, aunque otros grandes capítulos como The Substitute o Dr.
Linus no le van tan a la zaga.
Y desde luego no es ni mucho menos el mejor episodio de Lost, como algunos exaltados ya están defendiendo por ahí.
Capítulos como Flashes Before your Eyes, The Constant, Walkabout, Cabin Fever, The Shape of Things to Come o Through the Looking Glass, por poner sólo algunos ejemplos, son mejores en mi opinión.
Por mucho que emocionen, Richard e Isabella no son Desmond y Penny.
Ni de lejos.
Eso sí, hay que reconocer que Ab Aeterno es un episodio que supone un equilibrio perfecto entre revelaciones y emotividad, y que sirve para entender de una vez por todas a un personaje tan fascinante, y hasta ahora tan enigmático, como Richard Alpert.
Un capítulo que lo engrandece y, como he dicho al inicio de esta review, lo sitúa en el Olimpo de los grandes personajes de Lost.
Ahora ya sólo puedo desear un final adecuado para Richard, en el que muera para reunirse eternamente con su amada Isabella.
Pasemos a recordar lo mejor y lo peor de este capítulo.
Lo mejor:Está dedicado a Richard Alpert y nos explican su historia.
¿Qué más podemos pedir?De regalo, tenemos a Jacob y su Adversario en todo su esplendor, y una explicación de qué es la Isla.
Equilibrio perfecto entre emotividad y revelaciones.
Ricardo es canario, que eso siempre hace gracia.
El símil de la botella y el corcho es brutal.
Ver de nuevo al Adversario con sus tentaciones y engaños.
Comprobar por fin quién es el bueno y quién el malo.
Sí, yo creo en Jacob.
Hurley como factor determinante.
Cada día es más grande.
El reencuentro final entre Richard e Isabella.
La advertencia final de Hurley: “nos vamos todos al infierno”El mal rollito que hay siempre entre Jacob y el Adversario en sus escenas, camuflado con falsas sonrisas.
Esa botella rota.
Que por fin parece una amenaza para el mundo entero este Adversario.
Y da mucho miedo.
Lo peor:Que en Tenerife haya acento latino y Ricardo lo tenga cubano.
Está visto que por mucho que el mundo avance, los estadounidenses nunca aprenderán que en España no hablamos con ese acento.
La primera mitad del capítulo, hasta la entrada en escena del Adversario y Jacob, es más bien sosa y aburrida.
Que al final la estatua se rompa por la llegada del Black Rock, y que el barco acabe en medio de la Isla simplemente por el empuje de la tormenta.
Se nota que esto se acaba y quieren ventilarse las respuestas.
Que no hay explicación científica que valga, de momento, para la inmortalidad de Alpert.
Que en general, hay algo que no me acaba de gustar del capítulo, una sensación que lo hace estar fuera del podio de los grandes.
El español de Hurley, como mínimo extraño.
Que Desmond no sale en el capítulo.
Bueeeno, vaaale, hoy no venía a cuento, pero tenía que decirlo.
Hasta aquí este gran episodio.
La semana que viene volvemos a los flashes alternativos, ya que The Package está centrado en Sun y Jin.
Al fin sabremos qué hacía Jin en la nevera de Keamy.
¿Y qué será ese paquete del que habla el título? Ojalá sea Desmond tras la puerta cerrada del submarino.
Vale, me callo, pero yo sólo digo que el siguiente capítulo ya es el suyo y de alguna forma tendrán que enlazarlo…Reviews sexta temporada de Lost:S06E08: ReconS06E07: Dr.
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