La semana pasada una mujer fue detenida por haber sido sorprendida espiando con una cámara de vídeo por las ventanas de la mansión que Britney Spears tiene en Los Angeles.
La mujer, de 26 años, llamada Miranda Tozier-Robbins, fue hallada en las cercanías de la casa en pleno “zafarrancho de combate”, ataviada con un traje de camuflaje.
Según ella, tan sólo estaba preparando un documental que narra las peripecias a las que se ven obligados los paparazzi para ganarse el sustento.
“Elegí a Britney porque soy fan suya”, ha dicho tan tranquila.
Hay que ver cómo están los fans, y qué maneras más raras que tienen de demostrar la admiración a sus ídolos.
Si no, que se lo digan a David Bisbal.
Pero lo que hace que nos planteemos el estado de su salud mental es que en su propio blog reveló que se había presentado dos veces al casting de American Idol (Operación Triunfo a la americana) con temas de su adorada Britney, y que las dos veces los jueces la pusieron en ridículo: “Me dijeron que no cantara más, que tenía una voz horrible”.
Y claro, la muchacha se ha quedado traumatizada del todo: “Cada día, veo a esos tres jueces frente a mí”.
No me extraña que acabe detenida, aunque sólo sea por el delito menor de allanamiento.
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