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Lost: Último post, homenaje y despedida, por Desmond

Hace un mes que Lost acabó.
Hace exactamente un mes, tal día como hoy, 23, quizás el número lostiano por excelencia, la serie que ha marcado un antes y un después en la televisión acababa.
La serie que, para muchos de nosotros, es el mejor producto de ficción televisiva jamás realizado y, por extensión, una de las obras magnas del entretenimiento de las últimas décadas.

Por eso es justo que hoy escriba mi último post.
En este post de despedida encontraréis una pequeña tabla con los enlaces a cada post que he escrito sobre Lost.
Desde las reviews y teorías de la quinta temporada, con la que me estrené como analista de la serie, pasando por los posts dedicados a cada personaje, hasta llegar a las reviews y teorías de esta sexta y última temporada, y finalizando con las conclusiones sobre el final y el resumen de toda la historia de Lost en orden cronológico.

Unos 15 o 16 meses de trabajo (vaya, más números lostianos) que se ven plasmados aquí a modo de guía que facilita la navegación por todos esos posts.

Y, como valor añadido a esta tabla, y ya que es mi último post, voy a rendir un pequeño y personal homenaje a Lost, a modo de despedida de mi serie preferida.
Una confesión acerca de la historia de mi relación personal con Lost.
Lost todos los posts de Desmond:Toda la historia de Lost en orden cronológico: Capítulos I, II, III, IV, V y VIGuía de todos los personajes y de teorías antes de la sexta temporadaReview de The End, impresiones de The End, y reviews de la sexta temporadaPreguntas y respuestas de The End, y preguntas y respuestas de la sexta temporadaAnálisis del final de The End, teorías de cara a The End y el final del viaje, y teorías de la sexta temporadaTop 10 mejores personajes y Top 10 peores personajesYo no quería oír hablar de Lost.
Esa serie de la que todo el mundo hablaba no me atraía lo más mínimo, empezando por el hecho de que todo estuviera enfocado de cara a un final.
Pensaba que, si el final era decepcionante, toda la serie lo sería.
En ese momento poco podía imaginar que, cuando la viera, me daría cuenta de que, a pesar de que parezca un tópico, lo importante era el viaje hasta llegar a ese final.
Pero allá por la cuarta temporada, yo aún me negaba a ver la serie, a pesar de que todo el mundo me contaba maravillas de ella, e incluso me contaban sus giros de guión.
Sí, yo supe de la muerte de Charlie o del “we have to go back” antes de verla.
Lo sé, aún estoy haciendo penitencia por eso.
Así pues, yo aún me negaba a verla, hasta que me hablaron de un personaje que me aseguraron que me encantaría, un personaje que era realmente especial, que a pesar de ser secundario era vital para la trama, un escocés cuya mente viajaba en el tiempo y que era un romántico, un héroe a su manera y épico como el que más.
Exacto, Desmond David Hume.
Como siempre me han interesado los viajes en el tiempo y la ciencia ficción, decidí darle una oportunidad viendo el capítulo (por supuesto, siempre en versión original) del que todo el mundo hablaba maravillas: The Constant.
Así que la primera imagen que vi de Lost es la que tenéis sobre estas líneas, el comienzo de ese capítulo, y por lo tanto lo primero con lo que me encontré fue con Desmond y Penny.
Poco podía imaginar lo que acabarían significando para mí.
Y tras ver sólo cinco minutos del episodio, lo detuve.
Me encantó la trama de saltos de consciencia de Desmond, y me di cuenta de que quienes me habían asegurado que ese personaje me encantaría estaban en lo cierto.
Con sólo cinco minutos en pantalla, Desmond me conquistó como personaje.
Así que decidí darle una oportunidad a Lost visionándola desde el inicio.
Y probé con los cuatro primeros capítulos, viéndolos en una misma noche.
Los dos primeros episodios, Pilot Part 1 & 2, me cautivaron con su narrativa, sobre todo con esa genial primera escena de Jack abriendo su ojo y todo el descubrimiento del accidente del Oceanic 815 posterior.
A pesar de que ya conocía el argumento de la serie, todo me sorprendía como si no supiera nada, y me atrapaba; lo que ocurría en esa misteriosa Isla era cada vez más fascinante.
Con el tercer episodio, Tabula Rasa, el nivel bajaba un poco, no en vano era un capítulo de Kate, pobrecilla.
Pero el cuarto capítulo fue el responsable definitivo de que me enganchara a Lost.
Walkabout, dedicado a John Locke, ese misterioso personaje lleno de fe de quien deseaba saber más y más.
Por fin lo sabía, con una narración modélica que nos iba llevando de una sorpresa a otra.
Y como golpe final, el descubrimiento de que Locke estaba en silla de ruedas antes del accidente, con su inolvidable “don’t tell me what I can’t do!”.
Increíble.
Magnífico.
Tras el impactante y a la vez precioso final del capítulo, con ese John sonriente mirando su silla arder en el fuego, con su secreto conocido sólo por él y por mí, me puse a aplaudir a solas.
Algo que me ha ocurrido muy pocas veces en mi vida.
Lost lo había conseguido.
Si Desmond fue el responsable de que empezara a ver Lost, Locke fue el culpable de que la serie me enamorara y ya no hubiera marcha atrás.
Ya convertido en un adepto, continué mi visionado de la primera temporada, que me pareció una maravilla de narración por su manera de descubrirnos el pasado de los personajes al tiempo que entendíamos su comportamiento en la Isla.
Momentos mágicos como Jack persiguiendo a su padre fallecido, su “live together, die alone”, los diálogos de Jack con Locke, la Escotilla iluminada, Sawyer con la carta de su venganza y matando a un hombre por equivocación, Charlie casi muriendo y siendo resucitado por Jack, Hugo viendo sus Números malditos por todas partes y en la Escotilla, Sayid siendo honorable y solitario, la muerte de Boone, la salida en balsa de la Isla, incluso los primeros flashbacks de Sun y Jin, cuando todavía no se habían hecho cansinos, cuando todo era nuevo y sorprendente.
Ah, y la explosiva y memorable muerte de Artz, por supuesto.
Y todo aderezado con la inigualable música de Michael Giacchino, que se superaría temporada tras temporada.
Pero aún me faltaba algo, y era conocer en persona al escocés responsable de mi adicción.
Y de qué manera lo conocí.
Tras dejar un par de semanas de reposo después de acabar la primera temporada, cuyo final me decepcionó un poco, comencé la segunda.
Se abría con lo que parecía un flashback de un personaje que no aceptaba a identificar.
Pero no.
En una de las mejores sorpresas y escenas de la serie, descubría que aquello no era un flashback, sino el día a día de la persona que vivía en el fondo de la Escotilla, cuya pacífica pero monótona vida se veía alterada por Jack y Locke, mirando desde el otro lado.
Sublime.
Y mejor aún cuando vi que ése era el famoso escocés, Desmond.
La segunda temporada comenzaba de manera inmejorable, y se dedicó a explotar más los misterios que tanto me atraían, y darnos cosas tan grandiosas como las cintas de orientación Dharma, el amigo imaginario de Hurley, la preciosa historia de Rose y Bernard, la enigmática presencia de Mr.
Eko, la impactante doble muerte de Ana Lucia y Libby a manos de Michael, una de las sorpresas más imprevisibles de Lost, o los juegos mentales de Ben, que aún era Henry Gale, con Jack y Locke.
Y tuvo el acierto de girar toda ella alrededor del botón de El Cisne, que no se sabía si era un engaño o algo que de verdad salvaba el mundo.
Dividía a la audiencia entre hombres de ciencia y hombres de fe.
Y yo decidí creer, y me encantó ver cómo al final, en Live Together, Die Alone, ese escocés, que ya se había convertido en mi personaje favorito, se sacrificaba por todos, tras darse cuenta de que, como decía Locke, “everything happens for a reason” y se habían salvado mutuamente la noche que se iluminó la Escotilla.
Y salvaba el mundo girando una llave, recordando las palabras de su amada Penny, en una de mis escenas preferidas de toda la serie.
Tras ese giro de llave, ese “see you in another life, brotha!”, ya comprendí que estaba viendo la mejor serie que había degustado nunca.
Tras otro par de semanas de separación, la tercera temporada me volvió a engañar con su inicio y me presentó a mi personaje femenino favorito: Juliet, que me enamoró e inquietó a partes iguales.
Conocí en profundidad a los misteriosos Otros y Ben, el hombre que siempre tenía un plan, ascendió como personaje hasta situarse en mi Olimpo particular junto a Desmond y Locke.
La acción y la tensión aumentaron, con momentos tan increíbles como la operación de Ben, la muerte del Sawyer original a manos de James, la caída de John al vacío, su visión del aeropuerto, o la primera visita a la cabaña de Jacob, con impactante revelación del pasado de Ben incluida.
Vale, también tuvo el episodio de los tatuajes de Jack.
Pero, sobre todo, en la tercera temporada Desmond se reveló en todo su esplendor, con poderes manifiestos, y me regaló el que sería mi episodio favorito de Lost hasta Happily Ever After: Flashes Before Your Eyes, una maravilla de la ciencia ficción y un capítulo que no tenía que ver con nada que se hubiera visto en la serie hasta ese momento.
Y la tercera temporada terminó de manera perfecta con una de las mejores muertes de la serie: el sacrificio de Charlie, que había dejado una preciosa lista de los cinco mejores momentos de su vida, ante el impotente Desmond.
Y con una increíble revelación: lo que había estado viendo en esa finale, Through the Looking Glass, era un flashforward y habían salido de la Isla.
Vale, ya lo sabía antes de ver Lost, pero la grandeza de la serie era tal que me hacía vibrar como si no lo supiera ya.
Aunque siempre tendré la espinita de no saber cómo habría sido mi reacción ante el “we have to go back” si no hubiera conocido la sorpresa de antemano.
Así llegué a la cuarta temporada, tras el habitual paro de dos semanas, y por fin llegué a The Constant.
Ahora que lo ponía en contexto, ese capítulo dedicado al que no era ya sólo mi personaje favorito de Lost, sino de la ficción en general, Desmond, me fascinaba aún más.
Aunque Flashes Before Your Eyes me seguía gustando más porque era más novedoso, la llamada final de The Constant es uno de los momentos más sublimes de Lost, y una de las escenas más románticas que recuerdo haber presenciado, desde ese montaje perfecto, la música de Giacchino y la química perfecta entre Desmond y Penny.
Había llegado allí, a ese mismo capítulo, y el viaje no podía haber sido más satisfactorio.
Pero continuaba, y la cuarta temporada sigue siendo en el fondo mi preferida porque, al ser la más corta, pudo ser más intensa y tenía menos capítulos que sobraban.
Además, agotado el esquema de los flashbacks, los flashforwards suponían una jugosa e intrigante novedad.
Y momentos de la cuarta se encuentran entre los mejores de la serie, como la muerte de Alex ante los ojos de Ben, el vistazo a la vida de Locke y su visita a la cabaña de la que salió convencido de mover la Isla, además de la introducción de grandes personajes como Faraday o los hilarantes Miles y Lapidus.
Y la gran finale en la que Ben movía la Isla, Desmond y Penny se reencontraban, los Oceanic 6 abandonaban la Isla y al final se nos revelaba que, en el interior del ataúd que habíamos visto en la tercera, quien yacía era el mismísimo Locke.
Y así me quedé, sin más capítulos que ver hasta que comenzara la siguiente temporada.
En la quinta temporada, mi historia ya la conocéis, y mis impresiones también, puesto que a partir de ahí ya quedó constancia en mis reviews y análisis.
Sólo decir que los primeros siete capítulos de la quinta me parecieron el mejor tramo de toda la serie.
Quizás porque venía de haber vivido mi primer parón auténtico en el visionado de la serie, quizás porque por primera vez la seguía a ritmo semanal y las dosis se paladeaban más.
O quizás porque los viajes en el tiempo me fascinan y la serie se estaba llenando de jugosas paradojas temporales, amén de que 316 me parece uno de los mejores capítulos de Lost por su ritmo frenético, sus grandes diálogos, su épica y sus constantes sorpresas, y el asesinato de Locke a manos de Ben en The Life and Death of Jeremy Bentham es una de las mejores escenas de toda la serie.
En cambio, cuando los losties se asentaron en Dharma, el interés decayó al igual que el ritmo.
Y encima se olvidaron de Desmond completamente, con una presencia meramente testimonial y desaprovechando el potencial que había demostrado al inicio de temporada.
Menos mal que la cosa volvió a coger carrerilla de cara al final, y The Incident resultó un final de temporada inmejorable, con Jacob tocando las vidas de los protagonistas, Juliet golpeando Jughead y la revelación de que Locke seguía estando muerto.
Lost es la única serie capaz de sorprenderte repitiendo el mismo truco en dos finales de temporada diferentes.
Y yo no podía hacer más que desear conocer el final de esta gran historia, para lo que tendría que esperar más que nunca.
Y así fue cómo comencé a visionar la última temporada, sorprendido como todos al ver los flashes alternativos, que poco podía sospechar que fueran un limbo.
La sexta temporada tenía para mí un sabor agridulce, puesto que ya me había hecho a la idea de que Desmond, mi personaje favorito, apenas iba a aparecer, y encima Locke estaba muerto y Ben anulado, a pesar de que en Dr.
Linus nos deleitó con uno de los mejores capítulos de la temporada.
Así seguí, interesado por la partida entre los seguidores de Jacob y su Adversario, pero creyendo ver señales de que Desmond podría aparecer en cualquier momento.
Y así llegó el capítulo once, dedicado por fin al escocés, y del que no esperaba nada porque ya había quedado claro que aquel personaje que tanto prometía había quedado olvidado por sus creadores.
Pero no.
Me equivoqué.
Happily Ever After me maravilló de principio a fin, cada vez más a medida que el metraje avanzaba, y se convirtió no sólo en el mejor capítulo de Desmond, tras el cual quedaba claro que su figura era clave en ambas realidades, sino en mi capítulo favorito de Lost.
El mejor regalo que podían hacer los creadores a un seguidor que había comenzado a ver su serie fascinado por su mejor personaje.
Tras este episodio la serie iniciaba su tramo definitivo, y de la recta final no puedo decir nada que no haya dicho ya: el plan de Desmond en el limbo aumentó exponencialmente el interés de esa realidad que aún no comprendía, y en la Isla la batalla final fue épica y llena de emoción.
Y el final, con esa preciosa muerte del héroe Jack y esa reunión de los loties en el limbo, por mucho que digan, me pareció el más adecuado y el más emotivo.
El final que Lost se merecía.
Ha pasado un mes desde ese final.
Jack cerró sus ojos, igual que los abrió al principio de la serie, acompañado de Vincent.
Nuestros losties ya han dado ese paso adelante al más allá, su “let it go” particular, acompañados, no solos.
Y nosotros hemos quedado aquí, con sentimientos encontrados.
Tristes de que la serie haya acabado, pero felices de que el viaje haya valido tanto la pena y haya llegado a tan buen puerto.
Sí, podrían haber contestado muchos más enigmas, y de mejor manera, pero esto nos debería demostrar que lo que de verdad importaba no eran las respuestas, sino el maravilloso viaje que hemos vivido en estos 121 capítulos, los inolvidables personajes que hemos conocido, que nos han hecho llorar, reír, sorprendernos, vibrar, sufrir, gozar, vivir.
Gracias Abrams, Lindelof y Cuse.
Gracias Giacchino.
Gracias Jack.
Gracias Ben.
Gracias Locke.
Gracias Desmond.
Gracias a todos.
You all everybody.
Y desde luego gracias a vosotros por haber leído mis posts, que no eran más que mi humilde intento de compartir mis opiniones, mi visión de esta serie que ha hecho que ya no podamos contemplar la vida de la misma manera.
No, porque no podremos ver números como el 23 o el 108 de la misma forma.
Ver un oso polar nunca será lo mismo.
Viajar en avión no nos producirá la misma sensación que antes.
Decir Isla significará otra cosa.
Creeremos ver destino donde otros ven casualidad.
Y por supuesto, nunca otra serie nos hará sentir lo mismo.
Por todo eso, aquí me despido tanto de vosotros, dándoos las gracias de nuevo por haber leído mi pequeña aportación a la grandeza de esta serie, como de Lost.
Ha llegado el momento de dejarla atrás, aunque siempre la llevaremos dentro.
El viaje ha acabado, pero lo que hemos aprendido en él vivirá siempre con nosotros.
It’s time to let it go… and move on.
Y hagámoslo todos juntos, porque recordad: nobody does it alone.
Ahora sí.
Fin, se acabó.
Ahora, más que nunca, os digo, a vosotros, a nuestros personajes, a Lost: See you in another life, brothas!Leer más sobre LostFotografías

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