Creo que la mejor metáfora de cómo nos sentimos los fans de Anatomía de Grey sobre cómo se están desarrollando los capítulos de la sexta temporada de la creación de Shonda Rhimes es el personaje de Cristina Yang.
Todos conocemos ya muy bien a la doctora, con su ímpetu por luchar por operaciones, con un ímpetu por salvar vidas ejerciendo la medicina.
Pues en el capítulo que emitió el pasado jueves la cadena estadounidense ABC se derrumbó porque siente que no está pasando nada importante en el hospital.
No está operando, no está aprendiendo, no está siendo la doctora que desea ser, lo único que la están dejando hacer es luchar por tonterías dentro del hospital.
Y al final se derrumba, llora desconsoladamente sobre el hombro de Meredith porque no está pasando nada interesante en el hospital.
¡Cuánta razón tiene! Hoy todos somos Cristina Yang.
Quizás exagero pero es que todo este proceso de fusión de los dos hospitales está empezando a cansar, y mucho.
Y más cuando estamos viendo cómo las tramas son flojísimas.
La cosa llega al límite que Cristina dice “¡Echo de menos a Burke!”.
Pero no es que sienta nostalgia por la relación que tenían sino por todo lo que le brindó profesionalmente el hecho de trabajar con un cirujano como él, que le daba la posibilidad de entrar en quirófano cada día y que le hacía sentir la importancia de esa profesión, teniendo corazones en sus manos y asegurándose que volvían a latir.
Nosotros no es que exactamente echemos de menos a Burke, echamos de menos las tramas de la tercera temporada o de la quinta, la que precede a esta, en las que realmente sucedían cosas, en las que se nos estremecía el corazón en cada capítulo.
No es necesario decir demasiado más sobre el capítulo titulado Invasion.
El resumen es que los del Mercy West son los malos, los que hacen servir sus malas armas para quitarle los pacientes a los del Seattle Grace y quedar mejor frente a los cirujanos que mandan.
Todo es lucha, lucha y más lucha.
Incluso los pacientes manifiestan en voz alta el enfado al observar que los que representa que les tienen que salvar la vida están preocupados por pisar a sus compañeros.
Una de las pacientes dice “¡basta ya!” y yo secundo la moción.
Nada es como solía ser.
Ahora el jefe ya no es aquel que ejercía un poco de padre de todos los doctores, que se veía que a pesar de ser estricto con aquellos que trabajan en el hospital demostraba su profunda preocupación por ellos.
Aquel que decidió cubrir a Izzie Stevens cuando decidió cortar los cables a Denny Duquette para conseguir un transplante de corazón ahora la despide.
Sí, sí.
En este capítulo el personaje que interpreta Katherine Heigl ha sido despedida por un error que en ningún caso le hubiese costa el puesto en el pasado.
Parece poco creíble que aquellos que han demostrado a lo largo de cinco temporadas su preocupación por Izzie, que en la quinta entrega se entregaron al máximo para salvarle la vida tras detectársele un linfoma ahora la despidan sin más cuando saben perfectamente que está en pleno proceso de recuperación del cáncer.
Simplemente no es creíble.
Lo que pasa es que sabemos que todo ello está provocado por los compromisos profesionales de la actriz, que se tiene que ausentar del rodaje durante unas semanas para grabar una nueva comedia romántica para el cine.
Además, para rizar el rizo, resulta que Izzie decide abandonar a Alex porque éste fue a decirle al jefe que tenía que tener en consideración que su mujer aún no estaba 100% en el trabajo porque se estaba recuperando del cáncer, algo obvio.
En fin, que Izzie volverá, claro, de la misma manera que Meredith saldrá de la habitación del hospital en la que se ha visto enclaustrada cuando a Ellen Pompeo se le acabe la baja maternal.
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