Nos encontramos en el velatorio del padre de Marshall (Jason Segel), con todos sus amigos reunidos y pensando en cómo ser útiles, de manera que le puedan hacer reír o ayudar a la madre de éste, que lleva sin comer ni dormir desde la muerte de su marido.
Pero es Robin Scherbatsky (Cobie Smulders), que parece que frecuenta funerales con la misma facilidad con la que uno va a bodas, la que trae en su bolso un verdadero arsenal pro-funeral: alcohol, tabaco, petardos, cargadores de móvil…Lily (Alyson Hannigan) decide que su misión será ayudar a su suegra, a que empiece a comer algo y que descanse lo que pueda, algo que logrará pero no por los métodos que ella esperaba.
Por otro lado, Ted Mosby (Josh Radnor) y Barney Stinson (Neil Patrick Harris) quieren que Marshall saque su mejor sonrisa y se dedican, durante todo el velatorio, a enseñarle vídeos de gente golpeando a otras en sus partes más íntimas.
Obviamente, no funcionará.
De repente, todos se enteran de que el cura que iba a oficiar el funeral no podrá asistir porque su hija se acaba de poner de parto, así que le sustituirá su hijo, que también es cura.
El problema es que dicho sujeto es Trey Platt, un antiguo compañero de instituto de Marshall que se dedicaba a putearle, robándole el desayuno y esas cosas típicas de cabroncete.
Claro, Marshall está muy indignado con la idea de que sea ese tipo quien oficie el funeral y, aunque parecía que esta sub-trama iba a tener algo más de repercusión, nos damos cuenta de que queda totalmente obviada.
Eso sí, hablando Trey con la familia del muerto, empiezan a sacar el tema de las “últimas palabras” que él dijo a cada uno de sus familiares, y Marshall intenta recordar…Al final, saca la conclusión de que lo último que le dijo su padre fue “alquila Cocodrillo Dundee III, la vi anoche por el cable y es la bomba”.
Bastante desanimado y triste por ello, consigue un cargador para el móvil gracias a Robin y, al encenderlo, descubre que tiene un mensaje de voz de su padre.
Aterrorizado, no quiere escucharlo, vaya a que sus últimas palabras sean peores todavía.
Nos encontramos todos en el funeral y cada miembro de la familia, madre y hermanos, suben al escenario para rememorar grandes momentos con su marido y padre y, sobre todo, recordar sus últimas palabras.
Cuando le toca el turno a Marshall, éste decide que tiene que escuchar el mensaje sí o sí, así que se va fuera, con sus amigos detrás.
Totalmente consternado y desquiciado al darse cuenta de que dicho mensaje era una llamada por error de su padre y que solamente se oyen ruidos, empieza a desahogarse con sus amigos, gritando cuán injusto es que Dios se haya llevado a su padre, mejor amigo y héroe.
Una escena de lo más emotiva en la que todos terminan llorando y, de repente, se oye en el móvil al padre de Marshall llamándole.
Resulta que se había dado cuenta de que tenía el móvil en llamada y, en vez de colgar, le deja un mensaje a su hijo.
Al final, le dice “i love you” y Marshall se queda en paz.
Bueno, la verdad es que después de eso le deja otro de sus mensajitos frikis, pero Marshall ya se ha quedado feliz y contento, así que…Luego, todos en el salón, Marshall se lamenta por no haber alquilado Cocodrillo Dundee III y va Robin y se la saca del bolso, dejando a todos patidifusos (surrealismo puro).
El capítulo termina con cada uno de los protagonistas llamando a sus padres para saludarles; Barney llama a su madre para decirle que está listo para conocer a su padre biológico.
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