Menudo episodio hemos tenido esta semana de The Walking Dead.
La acción que tanto echamos en falta en la temporada anterior aparece sin cortapisas en esta tercera, y no deja un solo momento de respiro.
Cuando parece que el fantasma del inmovilismo y los largos diálogos sin zombis que pongan a los protagonistas en peligro, ocurre algo que los pone en marcha otra vez y pasan cosas.
En este episodio hemos comprobado que las sospechas de Michonne eran acertadas y que El Gobernador no va a permitir que nadie salga de la zona delimitada por él.
A Michonne le persiguen Merle y tres rastreadores más, intentando matarla porque ha retado a su líder.
Por supuesto, es más de lo que estos perros pueden morder y pagan caro su atrevimiento.
En cuanto a Rick, comprobamos que todo lo que ha vivido hasta el momento le ha pasado una factura demasiado grande.
En el episodio pasado lo dejamos escuchando un teléfono que no podía estar funcionando y en este episodio, ha hablado con un grupo de gente que puede proporcionar cierta seguridad al grupo.
O no.
No voy a desvelar la trama de este encuentro, pero se ajusta bastante a lo que hemos leído en los cómics.
Merle también aumenta su protagonismo en este episodio, y logra capturar a Glenn y a una asombrada Maggie, quien no lo conoce.
También se sorprende Rick, al ver a una para él desconocida Michonne en la puerta de la prisión, con una cesta llena de leche materna, que les vendrá muy bien para la recién nacida.
¿Aburrimiento? Pues va a ser que no.
Tras el corte, puedes ver dos vídeos con el making of del episodio, así que si todavía no lo has visto, que no se diga que no te hemos avisado.
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