Al fin, después de tres largos meses de espera, ha tenido lugar el esperadísimo momento en el que Jesús Vázquez sacaba del sobre dorado la tarjeta con el nombre del ganador de Operación Triunfo 2009.
El porcentaje estaba ajustadísimo, ya que el primer clasificado había conseguido el 50.
5% de los votos, y Mario y Brenda se abrazaban nerviosísimos mientras esperaban que el presentador pronunciara las palabras que encumbrarían a uno de los dos, y que al mismo tiempo harían caer a otro en el más instantáneo de los olvidos.
Y así ha sido, porque justo después de que Jesús anunciase que el ganador era Mario, Brenda era apartada y empujada.
Todos querían abrazar a Mario, besarlo, darle la enhorabuena y susurrarle que siempre habían confiado en que fuera él el ganador.
Y nadie volvió a acordarse de la pobre de Brenda, la que hasta hace unos minutos era “la mejor voz de la edición” y blablabla.
Entiendo que resulta menos comercial ella que Mario, porque es peruana y está gordita, así que me hace gracia imaginar a los productores agobiadísimos durante los últimos minutos de las votaciones, mandando sms a mansalva a favor del triunfito, y sudando la gota gorda de pensar en la pérdida de dinero que sería invertir en Brenda.
Bueno, si es que a la porquería de premio que les dan en OT se le puede llamar “invertir”: grabar un disco, y un adelanto de 30.
000 € en concepto de derechos de autor.
Bueno, y el coche.
Cielo santo, si hasta en Gran Hermano dan un premio mejor, y se supone que no hay que tener ningún talento para ganar.
Pero Mario se iba tan contento, con ese cartelón en forma de cheque falso que les endosan a los ganadores de los concursos televisivos.
Yo, personalmente, prefería que hubiese ganado Brenda.
Porque aunque esté gordita y le hayan puesto los pelos como a un pollo matao a escobazos, creo que un disco suyo sí que me compraría.
Bueno, quiero decir, que me descargaría su música.
Porque para escucharla no hay que verla, y ella es con diferencia la mejor cantante de OT 2009.
Mario en cambio me parece un soseras, un pelelillo en el que el carisma brilla por su ausencia, que plaga de gestos patéticos las coreografías que interpreta (no hay más que ver ese gesto final de su actuación cuando cantaba ‘Save the last dance for me’, de levantarse las solapas de la chaqueta; casi me atraganto con la pizza por culpa del ataque de risa que me ha dado).
Creo que, si querían un cantante guaperas para que las quinceañeras le compraran el disco, más les valdría a la dirección del programa haber manipulado un poco más los votos y que Jon hubiese quedado el primero.
Al fin y al cabo él la tiene, según Coco Comín, “importante, imponente, gruesa y masculina“.
Me refiero a la voz, aunque seguro que tú ya estabas pensando otras cosas.
O mejor podrían haberlo manipulado todo en condiciones, y que hubiese ganado Samuel, que seguro que su disco sí que lo hubiesen comprado montones de chicas.
Me hace gracia un pequeño error que Jesús Vázquez ha cometido durante el transcurso de la gala, pero que a mí me ha dado mucho que pensar.
Se suponía que en los dúos, Brenda iba a cantar con el que había sido su gran amigo dentro de la Academia, Maxi.
Imagino que la dirección del programa había acordado esto, pensando que Patricia también estaría en la final y cantaría con su adorado Samuel, aportando así la dosis necesaría de “tío bueno” indispensable para premiar la fidelidad de las vaginas que gala tras gala se han dejado el sueldo o la paga llamando al 905.
Pero, claro, Patricia gracias a dios se nos quedó en semifinales, y de repente Jesús anunciaba que tras la publicidad, Brenda cantaría su dúo con Rafa.
Que luego ni siquiera era Rafa en realidad, sino Ángel, con el que repitió ‘Labios compartidos’, porque ya sabemos que a Jesús Vázquez se le va un poco la olla con estas cosas y es muy de confundir nombres.
En fin, que esta ha sido con creces la edición más surrealista de OT.
Y que una vez más, el talento no ha sido suficiente a los ojos de unos productores que no quieren invertir 100.
000 € en una cantante gordita con buena voz.
Porque Rosa de España ya hay una, y tampoco vende tanto.
Ay, Risto, cómo te he echado de menos…
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