Todo empieza con la cita en Mujeres y Hombres y Viceversa de Rafa Mora con Yoana (que sí, que se escribe con “Y”).
Yoana le dijo a Rafa, haciendo un gran descubrimiento en un alarde de chica superobservadora, “que sólo miras el físico como si no tuvieras sentimientos, como si fueras un robot”.
Y el tío le dijo que sí, pero que también podría estar con una chica normal, “y que una chica espectacular me ría en su cara”.
¡Rafa, que no sabes ni hablar!, además, ¿qué pretendes decir con eso de “me ría en su cara”?, ¿no puede simplemente no gustarte?… ains… fea no, “pues porque considero que no tengo que estar con una fea si puedo estar con una guapa”, pero normal sí.
Y, hablando un poco de todo, a Yoana de ella le dijo que aunque ella es una chica muy guapa a él le gustan “las chicas un poco más delgaditas vale, lo que te quiero decir, la estatura perfecta”, , le contesta la otra “pues tú tampoco eres muy alto”.
Bonita conversación entre dos amebas, eso sí, dos amebas guapas.
Si se entiende mal es porque estoy citando textualmente a dos medio analfabetos, sin acritud.
Así que llega Yoana al plató y dice que quiere cambiarse con David Morales, que nos deja a todos muertos mandándola bien lejos, diciendo que si ella había ido a conocer a Rafa le parecía fatal que quisiera cambiarse.
“Si vienes a conocer a alguien en particular, y haces un casting para conocer a alguien en particular, creo que sería muy chaquetero cambiarte ahora”.
Vamos que la llama chaquetera, y Yoana se queda muerta de vergüenza, pero luego David, que es tan buena gente, se lo piensa.
Retoman el tema y él parece que David quiere hablar.
Lo que pasaba es que David se quería hacer de rogar, así que quería preguntarle primero a la chica si lo aguantaría hasta siendo tan garrulo como él acababa de demostrar que es.
Y ella contestó sabiamente que eso era lo que le gustaba de él, y que es algo que “se puede moldear”.
Vas lista Yoana.
Empieza el chico diciendo que “Miriam está de testigo y Rafa también, esta chica me encanta, desde el primer día que la ví entrar lo dije, es un bellezón, parece tan dulce…” Y aceptó que se había “comportado con muy poca caballerosidad” así que tenía que ser él el que le pidiera a ella que fuera su pretendienta.
“¿Quieres ser mi pretendienta, ojazos?” Y ya está, Yoana se queda feliz, y David parece que más todavía.