Después de los dos primeros capítulos de esta cuarta temporada de Weeds, que sirvieron para que todos los personajes se situasen en su nueva vida, ha llegado el momento de que empiecen a darnos espectáculo y entretenimiento.
Y lo están haciendo muy bien.
Quiero destacar que se echa de menos la sintonía del principio de cada capítulo, “Little Boxes” y que espero que la recuperen, ya que es un sello de identidad de la serie del que no deberían prescindir.
En el capítulo “Todo el maldito bla, bla, bla”, se plantea el tema de la eutanasia.
Bubbie ha manifestado su deseo de terminar con su agonía, y quiere que la desconecten.
Andy y los chicos quieren convencer al abuelo Lenny de que ha de poner fin al sufrimiento de su madre.
Decidirán finalmente que sea Nancy quien haga los honores, y esto dará lugar a unos minutos de humor negro, tan característico de Weeds, al no dar Nancy con el interruptor correcto.
Una vez lo consigue, se dan cuenta de que Bubbie aún respira, así que Nancy tendrá que optar por una solución manual y algo más extrema.
En sus negocios, Nancy hace su primer viaje serio al otro lado de la frontera.
Esta vez, ha tomado buena nota de los consejos de Guillermo y todo sale como estaba previsto, excepto por una sorpresa: en el mismo envío se traerá escondido en el coche a alguien que ha de entrar en el país de forma ilegal.
Además, al llegar al almacén de Guillermo, se lo encuentra totalmente vacío, así que tiene que irse a casa con el pasajero oculto, hasta que Guillermo acude a recogerlo a domicilio.
En la calle de Nancy está Celia, espiándoles, aunque no con demasiado éxito, por su torpeza.
Y es que Celia ha conseguido un trato para salir de prisión: entregar a Nancy y a su socio, por lo que ha de seguirles y conseguir pruebas.
El agente de policía que lleva el caso y con quien ha hecho el trato es otro de los personajes típicos de Weeds: totalmente desequilibrado.
En el capítulo siguiente, “Tres neveras portátiles”, podemos disfrutar de otra gran cantidad de humor negro cortesía de la familia Botwin, los cuales han de guardar siete días de luto por Bubbie, encerrados en casa.
Durante estos días, reciben la visita de Doug Wilson.
Es una muy buena noticia que podamos disfrutar de la presencia de Doug, uno de los personajes más cómicos de la serie.
Y al parecer, su estancia en casa de los Botwin se va a prolongar, ya que se ha quedado sin nada.
Así que su buen amigo Andy lo invita a vivir aparcado en la puerta de casa de su padre, con acceso a cocina y baño, por supuesto.
Lenny, tras el fallecimiento de su madre, está dispuesto a vender la casa y no le importa dejar a su familia (y a Doug) en la calle.
Pero antes busca, con la ayuda de Shane, dinero que cree que Bubbie tenía escondido en la casa.
Pero en su lugar, encuentran las ganancias de Nancy.
Lenny descubre que Nancy es traficante, así que decide chantajearla.
A cambio de una cantidad astronómica mensual, quizás Nancy pueda con la casa.
Andy sigue regalándonos buenos momentos hilarantes, ya sea colocándose en la furgoneta con Doug, o bien acompañando a Nancy al desierto en plena noche para otro de sus trabajitos.
En este, tiene lugar a una situación rocambolesca de Nancy y Andy fingiendo estar enrollándose en el coche, hasta que se dan cuenta de que la policía que les ha sorprendido es precisamente el contacto que esperaban.
El pobre Andy, no obstante, y debido a lo voluminoso del cargamento, ha de esperar de noche en pleno desierto a que Nancy vuelva a buscarle.
Pero surgirá un imprevisto que obligue a Andy a buscar una alternativa para volver a casa.
Cuando Nancy acude a entregar el material a Guillermo, se encuentra con uno de esos giros inesperados a los que los seguidores de Weeds estamos tan acostumbrados: los hombres de Guillermo han pillado a Celia espiando y sus posibilidades no son demasiado alentadoras, a juzgar por las armas que están apuntando a su cabeza.
Fotografía
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