El lunes por la noche se emitió el último capítulo de la 6ª temporada de El Internado, Después de la Luz, del cual os hicimos la revisión y del que se han publicado nuevas fotografías, todas ellas pertenecientes a la escena en la que Iván pretende destruir la cabina en la que se encuentra Eva Wulf para salvar a su amada Julia.
Ahora toca esperar a otoño, cuando empiece a emitirse la -se supone- 7ª y última temporada.
No se puede decir que la serie no tenga éxito de audiencia; de hecho, su share medio es de un 17%, lo que no está nada mal teniendo en cuenta la competitividad de las cadenas y, sobre todo, el nefasto trabajo de guión que respalda una serie juvenil como esta, que de un tiempo a esta parte no ha hecho más que empeorar y enredar una trama hasta convertirla en insostenible, pretenciosa, surrealista y, más que nada, inverosímil.
¿Nazis?¿virus?¿pandemias?¿fantasmas?¿asesinatos?¿chivatos?¿infiltrados?¿alemanes? Pero entonces, ¿de qué demonios va la serie? que alguien me lo explique.
Ya no es sólo que se hayan ido de madre, que se hayan metido en camisa de once varas, lo grave de todo esto es que todo este lío tremebundo lo han escrito personajillos llamados guionistas que se creen que cualquiera puede hacer una serie para adolescentes y/o que son tontos del culo.
Aunque, a juzgar por las valoraciones que están dando algunos, casi parece que sí sea así.
Analizando solamente el capítulo final (que tiene tela) podemos empezar por decir que el modo en que Marcos se salva de ser sentenciado es poco más que ridícula.
¿Qué narices pinta una chica que ha sido secundaria y esporádica apareciendo en mitad del bosque y salvando la vida de Marcos? Lo único que se me ocurre es que Nani Jiménez sea la hija del director o de algún pez gordo de Antena3, porque sino, no lo entiendo.
Otro asunto: el de la escena a la que pertenecen estas imágenes.
¿Se supone que todo el tinglado que lleva montando el abuelo de Marcos desde que huyera de Alemania (años ha) era para devolver a su hija a la vida, verdad? Vale, pues eso merece una escena super potente, super dramática y llena de emoción.
Pa’ qué.
Hagamos que el siempre muy cabrón Noiret le ponga ojitos tiernos a Iván y éste interprete el mensaje en una décima de segundo, se tire a la cabina a romper el cristal y, mientras, el abuelo aguarda su turno para saltarle encima que, vale que está mayor, pero de ahí a esperar pacientemente a que Iván haga su trabajo antes de reaccionar… vamos, hombre.
Ahora, la escena completamente humorística es esa en la que Javier Holgado es empujado muuuy oportunamente, cae el virus y, claro, alguien lo pisa y lo rompe.
Tiene mucha gracia teniendo en cuenta la de vueltas que ha dado el dichoso frasco, que se ha paseado metido en el coche teledirigido, que se ha caído escaleras abajo, que ha ido a la carrera, etc, y el tío ni se ha inmutado.
Eso sí, justo cuando Martín lo encuentra, todo el alumnado sale de las aulas, Javier Holgado mira a no se sabe dónde ni porqué y se le cae el virus.
Esta escena sí que es una fantasmada y no lo que ve Julia en ocasiones.
Y para terminar, de lo que siempre me he quejado sobre los guionistas de pacotilla desde que ha empezado esta 6ª temporada: el vergonzoso plagio que hacen de Lost, que, por cierto, señores guionistas de El Internado, eso sí que es una serie y no este engendro mal hecho y parido en el escusado.
A ver con qué más nos sorprenden la próxima temporada, estoy deseando verlo.
El Internado 6×13 Después de la luz.
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