Momento de máxima tensión en Pekín Express.
Las relaciones entre los concursantes son cada vez más insostenibles.
Los nervios se han disparada en la etapa de hoy, cuando Meritxell y Alazne intentaban evitar la entrada de sus compañeros en el bus en el que viajaban, Silvia y Alazne se han enzarzado en una discusión muy violenta que ha acabado con Silvia propinándole un bofetón a la niña.
Para evitar la contestación, Carles les ha vaciado una botella de agua encima.
Ni un combate de Pressing Catch.
La madre también ha acabado llorando, claro.
Se les da de lujo esto de las lágrimas de cocodrilo.
Lo que se pierde la academia de Hollywood.
Por mucho que nos cueste no empatizar con la tirria que sienten muchos jugadores por madre e hija, la organización debiera tomar cartas en el asunto.
A Alazne, por eso, no se la cree ni su madre.
Su monólogo para justificarse ha sido tedioso: “que si no me merezco esto”, “ que si yo sólo quería disfrutar”, que “si le rompo la cara”… Todo muy bonito, muy educado.
Silvia, después de su actitud del todo reprochable por tensa que fuera la situación, se lamentaba de haberle pegado un bofetón a Alazne.
Suave, pero bofetón al final.
Los lamentos, claro, no eran por no considerar el bofetón merecido, si no, por haber caído en una actitud tan barriobajera.
Carles ha acabado asegurando a Silvia que se reirían del suceso en el futuro.
La verdad es que por mucha rabia que dé la muchacha, no se le ve la gracia por ningún lado.
A Silvia se le ha pasado el arrepentimiento rápido y su culpabilidad se ha transformado en cierto orgullo de darle su merecido a Alazne.
Meritxell, por cierto –también llamada por sus compañeros “la vieja”-, ha sido acusada por los participantes de haberle propinado a Siliva tres patadas, pero las cámaras no las han registrado y la madre prometía “negarlo hasta la muerte”.
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