La creciente importancia de las herencias en la economía moderna y sus consecuencias sociales.

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La herencia como factor determinante en la economía
En las últimas décadas, la herencia ha pasado de ser un simple complemento a convertirse en un pilar fundamental en la economía de los países desarrollados. Este fenómeno no solo afecta a quienes reciben bienes, sino que también tiene repercusiones significativas en la estructura social y económica.
En 2023, se estima que las herencias alcanzarán la cifra de seis billones de dólares, lo que representa aproximadamente el 10% del PIB en las economías avanzadas. Este aumento en la riqueza heredada plantea serias preguntas sobre la movilidad social y la equidad en el acceso a oportunidades.
Desigualdad en la distribución de la riqueza heredada
La desigualdad en la distribución de las herencias es alarmante. Se prevé que uno de cada seis nacidos en la década de 1960 reciba una herencia que supere diez años de ingresos anuales, mientras que para aquellos nacidos en la década de 1980, esta proporción se eleva a uno de cada tres. Esta disparidad no solo se refleja en las cifras, sino que también se traduce en una creciente división entre quienes pueden permitirse una vida cómoda gracias a la herencia y quienes deben esforzarse por alcanzar el mismo nivel de vida sin este respaldo económico.
La emergente ‘heredocracia’ está creando una clase rentista que, al depender de la herencia, puede perder los incentivos para trabajar y contribuir activamente a la economía. Este fenómeno se agrava en un contexto donde la vivienda se vuelve cada vez más inaccesible, especialmente en ciudades como Nueva York y Londres. La falta de acceso a la propiedad se convierte en un obstáculo para la movilidad social, lo que genera descontento entre las generaciones más jóvenes que ven cómo sus esfuerzos pueden ser en vano frente a una estructura económica que favorece a los herederos.
La necesidad de reformas para abordar la desigualdad
Ante esta situación, es urgente que los gobiernos implementen reformas que aborden la desigualdad generada por las herencias. Una opción viable es la implementación de impuestos sobre sucesiones que sean justos y equitativos, así como la construcción de viviendas asequibles que permitan a las nuevas generaciones acceder a la propiedad. Además, fomentar el crecimiento económico es esencial para reducir la relación entre riqueza y PIB, restableciendo así el vínculo entre esfuerzo y recompensa en la sociedad.
La meritocracia, que alguna vez fue un ideal en las sociedades avanzadas, corre el riesgo de desvanecerse si no se toman medidas para equilibrar la balanza. La historia ha demostrado que la movilidad social y el crecimiento económico son posibles, pero requieren un esfuerzo conjunto de la sociedad y los gobiernos. Con políticas adecuadas, es posible restaurar la confianza en un sistema que recompense el trabajo duro y la innovación, en lugar de la mera herencia.