La marca blanca se consolida en el mercado español ante la inflación y cambios en el consumo.
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La transformación del mercado alimentario en España
En los últimos años, el mercado alimentario español ha experimentado cambios significativos, impulsados en gran medida por la inflación y la evolución de los hábitos de consumo. La marca blanca, que representa productos de distribuidor, ha visto un aumento notable en su cuota de mercado, alcanzando un 44,5% en valor a finales de 2024, según datos de Kantar Worldpanel.
Este crecimiento no solo refleja la preferencia de los consumidores por opciones más económicas, sino también la estrategia de los supermercados para retener a sus clientes en un contexto de precios en alza.
Impacto de la inflación en la cesta de la compra
La inflación de los alimentos, que comenzó a intensificarse en 2022, llevó a los supermercados a diversificar su oferta de productos de marca blanca. Esta estrategia fue clave para mantener la lealtad del consumidor, ya que los precios de los productos de marca eran cada vez más difíciles de justificar. Con un IPC que ha comenzado a mostrar signos de desaceleración, se prevé que el 2024 sea un año de transición, donde la marca blanca podría estabilizarse, aunque se espera un leve crecimiento en su participación de mercado.
La respuesta de la industria alimentaria
Los fabricantes de alimentos, que habían estado lidiando con el aumento de los costos de producción, ahora están comenzando a ajustar sus precios a la baja. Este cambio es notable en productos como el aceite de oliva, que ha visto una disminución en su índice de precios industriales (IPRI). La reducción de precios en la industria alimentaria podría facilitar una mayor competencia entre marcas de distribuidor y de fabricante, permitiendo que ambas coexistan de manera más equilibrada en el mercado.
El futuro de la marca blanca
A medida que los precios se moderan, se anticipa que los grandes fabricantes reevalúen sus estrategias comerciales. La guerra de precios que ha caracterizado el sector en los últimos años podría dar paso a un enfoque más colaborativo, donde las marcas de distribuidor y de fabricante trabajen juntas para ofrecer valor al consumidor. Este cambio podría ser beneficioso tanto para los supermercados como para los fabricantes, permitiendo una mayor estabilidad en el mercado.