El Banco de España revisa al alza sus previsiones de crecimiento para este año y el próximo.
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Revisión de las previsiones económicas
El Banco de España ha actualizado sus previsiones de crecimiento para la economía española, elevando su estimación para 2024 a un 3,1%. Esta revisión se produce en un contexto donde diversas entidades han ajustado sus pronósticos al alza, reflejando un optimismo creciente sobre la recuperación económica.
Además, se espera que el crecimiento continúe en 2025, con un aumento del PIB proyectado del 2,5%. Este cambio en las expectativas se debe a varios factores, entre los que destacan la revisión de la Contabilidad Nacional y un desempeño mejor de lo esperado en el tercer trimestre del año.
Factores que impulsan el crecimiento
Uno de los principales motores del crecimiento en este último trimestre de 2024 es el consumo privado. A pesar de que la recuperación del gasto de las familias ha sido más lenta que la del PIB, se prevé que este consumo se convierta en un elemento clave para impulsar la economía en los próximos meses. La resiliencia del mercado laboral, la mejora de las condiciones financieras y los altos niveles de ahorro son factores que explican esta recuperación. Sin embargo, el consumo medio por hogar sigue por debajo de los niveles prepandemia, lo que indica que aún hay un camino por recorrer.
Desafíos y perspectivas futuras
A pesar de las señales positivas, el Banco de España advierte sobre la percepción negativa que tienen algunos hogares respecto a la situación económica. Esta percepción podría estar afectando el ritmo de recuperación del consumo. Además, la inversión también se espera que aumente su contribución al crecimiento, impulsada por el plan de recuperación y la mejora en las condiciones de financiación. Sin embargo, el consumo público podría moderar su aporte al crecimiento debido a las restricciones impuestas por las reglas fiscales europeas.
Inflación y gasto público
En cuanto a la inflación, se anticipa que se mantenga estable y que a partir de marzo de 2025 comience a descender hacia niveles cercanos al 2%. Este descenso podría ser resultado de la moderación de la inflación subyacente y la desaceleración en el aumento de los precios de los alimentos. Sin embargo, el impacto de fenómenos como la dana podría aumentar el gasto público y, por ende, el déficit, lo que plantea un desafío adicional para el cumplimiento de los objetivos fiscales establecidos.